La noche en blanco de los catalanes que quieren el referéndum

Catalanes de todas las edades pasaron la noche en una escuela de Figueras, la ciudad del pintor Salvador Dalí, para estar seguros de que el domingo podrán votar en el referéndum de autodeterminación prohibido.
La convocatoria se lanzó en una pequeña plaza del centro de Figueras (45.000 habitantes) el sábado por la noche: "Hemos decidido que a partir de esta noche, empezamos a ocupar colegios electorales, toda la noche y todo el domingo", en ocho escuelas, anunció el profesor Joan Font, ante el local del partido de extrema izquierda independentista CUP.
"Si alguien quiere molestar", añadía este maestro de 37 años, "tendremos que estar todos muy tranquilos, reírnos, practicar la resistencia pacífica --tenemos muchísimos claveles-- para que tarden en llevarse nuestras urna".
A sus 74 años, Ignasi Llobel, con su bastón en la mano, se abalanzó a las 21H00 en el colegio Ramon Muntaner, como decenas de otros voluntarios decididos a garantizar la celebración de este plebiscito declarado anticonstitucional.
Apenas cuestionado, este enfermero jubilado califica a los conservadores en el gobierno español de Mariano Rajoy de herederos "de los fascistas" y dice quererse liberar de su dominación con la secesión.
A las 23H00, hombres y mujeres salen a fumar fuera del espacio escolar y otros cantan alegremente en catalán con los ocupantes del colegio vecino.
En sus conversaciones, resuenan los mismos temas: el régimen del dictador Francisco Franco (1939-1975) sigue latente, según ellos, al no haber sido claramente condenado. La Constitución de 1978 sólo resolvió la situación "en apariencia". Cataluña está sometida a una "generosidad impuesta" hacia las otras regiones. O las leyes aprobadas en Barcelona son rápidamente suspendidas o modificadas en Madrid...
"Tenemos una democracia 'low cost', va bien mientras no toques nada que a ellos les moleste", comenta Mireia Mata, diputada del partido independentista de izquierda republicana ERC, directora de Igualdad en el ejecutivo regional.
Apretujando alegremente a sus dos niños de 15 años contra ella, a la espera del referéndum, explica que su "lucha no es por una bandera, es por una sociedad mejor".
Y ante quienes dicen que el independentismo se ve en otras partes como una regresión, responde convencida: "hemos querido cambiar España tantas veces... por desesperación , que por desesperación hemos dicho que la única solución es ir adelante unilateralmente".
Sobre el proyecto de proclamar la independencia si gana el sí, incluso aunque no seduzca a una gran parte de los catalanes, ella lo justifica afirmando: "este es nuestro momento (...), estamos en una situación de ahogo económico, tenemos la percepción de que estamos perdiendo una generación de jóvenes que se van porque no encuentran aquí un trabajo digno".