La invasión a Ucrania ya es total y las tropas de Putin avanzan en medio de explosiones

La invasión de Ucrania ya es total, ya que las tropas rusas están entrando desde Bielorrusia, en el norte, y desde la península de Crimea, en el sur, sin contar que ya se encuentran en la región del Donbass, en el este. Además, rodean esta capital, que se encuentra vacía y blindada como nunca, con tanques y barricadas para protegerse del enemigo, que cada vez parece estar más cerca.
Aunque la información es difícil de confirmar, las versiones indican que los dos aeropuertos de Kiev, el de Borospil y el Hostomel, fueron tomados por fuerzas rusas. Y ya se contabilizan decenas de muertos.
Los ucranianos se habían despertado a las cinco de la mañana con el fragor de explosiones -misiles lanzados contra objetivos militares de las afueras de la ciudad, que provocaron columnas de humo negro- y el ruido de las sirenas anti-aéreas que llamaban a la población a refugiarse, reseñó La Nación.
Con ley marcial y estado de emergencia declarado por el Parlamento. El fantasma más temido, el de una guerra verdadera (no psicológica como fue hasta ahora), de una invasión, de repente se volvió una cruda y dramática realidad, que nadie sabe si puede llegar a ser la antesala de una deflagración mundial sin precedente.
Mientras miles de personas, en pánico, que rápidamente cargaron los baúles de sus autos con valijas preparadas desde hace semanas, escapaban de la ciudad hacia el oeste del país y la televisión mostraba imágenes de varias avenidas congestionadas, en el centro de Kiev reinaba un ambiente surrealista. Sus grandes avenidas de edificios de estilo monumental estalinista, con sus iglesias de cúpulas doradas, lucían espectrales.
En la emblemática Plaza Maidan, de la Independencia, protagonista de la rebelión popular que en 2014 hizo que Ucrania optara por estar del lado del Occidente democrático, sólo se veían periodistas con chalecos antibalas y cascos, transmitiendo en vivo algo que nadie jamás pensó que pudiera llegar a ocurrir realmente.
Esa famosa revolución, también llamada “EuroMaidan”, fue el origen remoto de esta guerra en el corazón de Europa: hizo que Vladimir Putin, para vengarse de esa traición, empezara su agresión contra Ucrania anexando la estratégica península de Crimea primero y luego azuzando la insurrección de la zona prorrusa del Donbass, que derivó en una guerra de baja intensidad desde hace ocho años y que ya cosechó más de 17.000 muertos.
Una de esas guerras olvidadas del planeta, que hace unos meses volvió a ser noticia porque el mandatario ruso amasaba armas y tropas a su alrededor. Más allá de esfuerzos para alcanzar una solución diplomática que cayeron en vano, finalmente el lunes pasado, luego de reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk, el “zar del siglo XXI” envió “tropas de paz”, reclamadas por estas entidades tras la supuesta agresión militar de Ucrania.
Fue el pretexto para dar rienda suelta al objetivo verdadero: la desmilitarización de toda Ucrania, exrepública soviética considerada por Putin una amenaza para su seguridad.
También hay cola en un cajero automático. El metro, que en muchos barrios de la ciudad se ha vuelto un refugio de decenas de familias, es una de las pocas cosas que siguen funcionando.
Por supuesto son pocos los que se ven utilizándolo, probablemente trabajadores esenciales. Los quioscos subterráneos -parecidos a los que se ven debajo del Obelisco- que normalmente pululan de personas y que anteceden la entrada del subterráneo, están todos vacíos, salvo increíblemente algunos que venden café al paso y flores frescas.