El diario plural del Zulia

“Gracias al Darién sufro crisis de pánico. Todavía tengo pesadillas”

Laura Rodríguez, zuliana con un año en EE.UU. tras atravesar el peligroso tapón, detalla el impacto psicológico que tiene la travesía, más allá de los potenciales riesgos que decenas de miles de migrantes enfrentan al año.

Recordar su paso por el Parque Nacional Darién no es fácil para Laura Rodríguez (nombre sugerido), una zuliana de 26 años, quien poco a poco, se reacomoda en una nueva vida en la franja oriental de los Estados Unidos. “Es que cada vez que hurgo en la memoria me veo llorando. Fueron 9 días que se suponía serían tres. Lloré los 9 días. Hay cosas difíciles de olvidar”, explica

Migrar, sin embargo, por el peligroso tapón que une Colombia con Panamá se convirtió en un recurso insólito -y cada vez más utilizado- para conquistar el sueño americano. Ya el pasado primero de agosto, la cifra de cruces superaba las 248.284 personas que lo atravesaron en 2022, según datos ofrecidos a la prensa de su país por María Isabel Saravia, subdirectora de Migración Panamá.

De cada 10 migrantes 2 son niños, quienes se encuentran sometidos a situaciones extremas.

La caminata de unos 97 kilómetros a través de pantanosas montañas y tupidos árboles, sorteando entre otros peligros la crecida inesperada de ríos, grupos irregulares, animales salvajes, insectos y los obstáculos naturales de la región, consolida una poderosa industria con tentáculos delictivos. Laura y su familia pagaron 3 mil dólares por el acompañamiento.

El miedo que tenía era tener que cruzarla completa y no aguantar. Todos nos decían que era una pesadilla, pero lo que más nos pegó fue que nos dijeron que serían solo tres días de caminata”, recuerda Laura, quien realizó el recorrido con Sandro, su esposo, Tomás, su hijo de 4 años, su madre y dos hermanos, de 14 y 16 años, respectivamente.

Sesenta fueron las personas que salieron de Necoclí, Antoquia, luego de tres días de espera para completar el grupo. Lo hicieron con dos guías.

“Salimos a las 6:00 de la mañana. Sandro se llevó a Tomás en los brazos y eventualmente lo subía a su espalda. El primer día caminamos como 14 horas. Subimos y bajamos al menos dos montañas. Yo iba sola, en el medio. Adelante mi esposo con el niño y detrás mi mamá y mis hermanos. En algún momento sentí que el corazón me iba a explotar”, detalla.

Una niña y un sueño se perdieron en la selva - The New York Times

Tomás, como en La vida es bella

Uno de los temores más grandes de Laura y Sandro, obviamente, era el pequeño Tomás. La culpa por incorporarlo a tan peligrosa travesía, siempre acechó a los padres, quienes le vendieron al pequeño la idea de un maravilloso paseo por la selva, un lugar al que dibujaron con animales vistosos, ríos y árboles mágicos y extraordinarios.

Así que Tomás, en este recorrido de vida, encarnó el rol del inocente y carismático Giosué, el niño de La Vida es Bella, quien pasó días en un campo de concentración nazi convertido por su padre en una dinámica en la que guardar silencio y mantener el bajo perfil le permitirían ganar un juego cuyo premio sería un imponente tanque militar.

Tomás fue súper valiente y fuerte siempre. Nunca se quejó ni lloró. Se lo vendimos como una aventura”, recuerda Laura, quien nunca logró despegar laboralmente en Bogotá, Colombia. Lo increíble es que, según las estadísticas oficiales, dos de cada 10 migrantes que pasan este año por el Darién hacia América Central son niños y adolescentes.

El testimonio de María Isabel Saravia sostiene que de ese grupo de edad, al menos el 51% , lo conforman niños de 5 años o menos, como Tomás. “Los últimos tres años han sido muy superiores a los últimos 11 años en cruces”, advierte. Venezolanos, haitianos, colombiano y ecuatorianos, representan la mayoría de quienes cruzan, además de migrantes extracontinentales.

Crisis de pánico

Vértigo. Laura y Sandro batallan casi un año después con gigantes invisibles. El sueño americano a veces puede ser un dragón de diez cabezas. “Sí. Hemos avanzado. Pero muchos nos programamos para creer que al llegar a Estados Unidos se nos resuelve la vida. Y la verdad es que no es así. Uno a veces no para de cuestionarse si hizo lo correcto, aunque poco a poco las finanzas mejoren”, detalla.

El deseo de los migrantes en busca del 'sueño americano' los hace enfrentar peligros como el cruce en el Tapón de Darién | Internacional | Noticias | El Universo

El viacrucis por la selva la persigue con flashazos. Laura, quien hoy trabaja como bartender, recuerda que subió y bajo montañas tres días seguidos y al cuarto, sus guías iniciales los dejaron en una especie de campamento indígena que les permitió reponerse con comida y bebida que allí vendían. “Nos entregaron a unos guías panameños que al sexto día de camino nos abandonaron a orilla del río y nos indicaron que debíamos caminar dos días más por la orilla hasta llegar a la salida”, cuenta.

Fue ese tramo, el más complejo y duro. De un grupo de 60 que salieron juntos solo quedaba su entorno familiar. Los demás desparecieron, algunos adelantándose y otros desviando caminos o rezagados por lesiones o afecciones físicas.

Siempre avanzábamos con la sensación de que no era el camino correcto. Yo llegué a ver al menos dos personas muertas. Todavía tengo pesadillas”.

En la noche, Laura y su familia debían buscar un lugar al margen de la orilla del río para evitar las crecidas, pero no tan metido, por los animales. Lo que más le impresionó fue el ruido que hacían los monos que vieron. “Era un sonido espantoso. Nos generaba temor. Era como si la selva tratara de ahuyentarnos”.

Sin embargo, Dios les envío a quien califican como un ángel, un muchacho que conocía el camino porque avanzó en un primer lote, pero que regresó a buscar a parte de su familia que quedó rezagada. “Eso fue al noveno día y la verdad es que ya estábamos en crisis. Pensábamos que habíamos perdido el camino”, añade. De esta manera, pudieron lograr salir tras 9 días del peligroso lugar.

Hoy, a casi un año de atravesarlo, Laura reconoce logros como familia. Avanzan, pero advierte que sufre secuelas psicológicas. “Gracias al Darién sufro crisis de pánico. Todavía tengo pesadillas”. A veces, insiste, despierta en la madrugada con taquicardia o ahogos. Hace una semana debió ir a un hospital. Y confiesa: “El solo hecho de recordar que yo metí a mi hijo por ahí es para mi es un tormento”.

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Hasta 3000 personas llegan al día

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) emitió una alerta este viernes 25 de agosto destacando la falta de ayuda para abordar la situación en la peligrosa selva del Darién, que actúa como frontera natural entre Colombia y Panamá, el único vínculo terrestre entre América del Sur y América Central. La causa principal de esta insuficiencia es el creciente flujo de migrantes, con las autoridades panameñas enfrentando la llegada diaria de entre 2.000 y 3.000 personas. Por ello Panamá anticipó que tomará medidas concretas (cierre de fronteras) al considerar que los demás países —incluyendo a la vecina Colombia— hacen poco por detener ese flujo que califica de “inhumano”.

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In Record Numbers, Venezuelans Risk a Deadly Trek to the U.S. Border - The New York Times

Los peligros del Darién

Uno de los grandes peligros naturales son las altas temperaturas que se registran en dicho territorio, pues hay quienes recorren tramos a pie o embarcas de madera que quedan completamente deshidratados, que se presentan no menos de 35°.

A esto se suman algunas enfermedades que se contraen ahí como el dengue y la malaria, proveniente de algunas especies animales.Todo esto sin mencionar los accidentes y muertes de personas ahogados en sus ríos.

Sin embargo, el ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) también han registrado algunos accidentes que viven los que sobreviven el lugar, pues este es un escenario que cuenta con la presencia de un gran número de delincuentes que efectuan delitos como violencia, abusos sexuales, robos, secuestros y hasta trata de personas.

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