Este 14 de marzo se conmemora el Día internacional de acción por los ríos
Hoy es el Día Internacional de Acción por los Ríos 2024, una celebración que se lleva a cabo cada 14 de marzo. Con el objetivo de concienciar a la población del mundo entero de lo importante que resulta la protección y preservación de las corrientes de agua.
Tradicionalmente, se han creado áreas protegidas para los ecosistemas terrestres y las especies que viven allí, prestando poca o ninguna atención a los hábitats de agua dulce que se encuentran en estas áreas. Esto se explica en parte por la complejidad que presentan los ríos. Ya que se trata de corrientes de agua que entran o salen de áreas protegidas o gestionadas. Y lo hacen cruzando diferentes paisajes, departamentos y provincias de varias naciones y en ocasiones, atraviesan y hasta dividen países enteros.
Los cursos de agua que fluyen a través de tierras protegidas rara vez se encuentran en condiciones de preservación de las actividades que se realicen fuera de estas áreas y de sus impactos, que pueden llegar a ser nefastos para todos estos ríos.
Todos los informes sobre la crisis de biodiversidad en los ecosistemas de agua dulce demuestran fehacientemente que hay una necesidad primordial de proteger estas corrientes de agua. Y ello es así por varias razones.
La primera de ellas es obvia: los ríos son fuente de vida. Los seres vivos necesitan agua dulce, limpia para poder sobrevivir. Y si las corrientes sufren los estragos de las acciones antropogénicas, sus flujos cambian, se cortan, se contaminan y a veces, mueren.
La deforestación es una de las peores acciones humanas en contra de los ríos. Cuando una superficie deja de tener los árboles naturales, se impide la fijación de la tierra, por lo que en cuando se descargan las precipitaciones, los suelos se erosionan y los ríos se contaminan, lo que causa un enorme déficit de salud para la biodiversidad local que depende de ese río.
La contaminación que proviene de las acciones del ser humano puede tener muchos orígenes: minería, explotación de combustibles fósiles, producciones industriales, agentes químicos, tóxicos, venenosos y/o radiactivos.
Sus efectos no solo los notan las especies que dependen directa o indirectamente del ecosistema fluvial, sino que en la mayoría de los casos también termina por amenazar a poblaciones enteras que suelen depender de los ríos como fuente de agua potable.
La urbanización, el entubamiento o desviación de los ríos, la construcción de diversas infraestructuras ya sean represas, azudes, puentes, etc. son muy perjudiciales para el medio ambiente fluvial.
Ríos, biodiversidad y humanos
El agua dulce representa menos del 1% del agua que está disponible en la Tierra. Pero los ríos son el hábitat de más del 10% de todas las especies descritas, incluido un tercio de los vertebrados.
Los científicos denuncian que unas 70 u 80 especies de peces de agua dulce desaparece cada año. Y alertan de que el número real de extinciones es sin duda mayor, puesto que muchas lo hacen antes siquiera de poder ser taxonomizadas. Y año a año, las amenazas que pesan sobre los peces aumenta y la enorme mayoría de las especies están desprotegidas.
Dentro del declive generalizado de la biodiversidad piscícola esta el de los mega peces, es decir aquellos que por su gran tamaño suelen estar en la cima de la cadena trófica de los ríos. Desde 1970, su número ha disminuido en un 94%. Esto incluye, por ejemplo, a las diversas especies de esturión, que según la Lista Roja de la UICN se encuentran en peligro crítico de extinción.
Estudios recientes indican que sólo un tercio de los principales ríos del mundo no están represados ni han sido desviados por los seres humanos y fluyen libremente. Y casi el 70% de los humedales se han perdido desde 1900 en todo el mundo.
Solo en el 14% de las corrientes fluviales de todo el planeta las poblaciones de peces han escapado a los graves daños causados por las actividades humanas. Y la situación es más grave en Europa occidental y en América del Norte.
Lo más preocupante es que todas las grandes ciudades se ubican en las cuencas de los ríos. Por lo que con nuestro accionar matamos a las corrientes que nos dan de beber y comer. Uno más de los nefastos paradigmas que rigen nuestras vidas.