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El tormento de Mitrídates: La ejecución más brutal del Imperio Persa

Una de las torturas más crueles de la historia. La práctica fue ordenada por el rey Artajerjes II. El martirio se prolongó por 17 días de agonía, lo que no solo fue una muestra del poder absoluto, sino también un recurso para reafirmar el control sobre la narrativa política en una época marcada por conspiraciones, purgas y represión

En medio de las intrigas palaciegas y luchas por el poder en el Imperio Persa del siglo V a. C., tuvo lugar una de las ejecuciones más escalofriantes registradas por la historia.

La víctima fue Mitrídates, un joven soldado persa cuya osadía de hablar más de la cuenta lo condenó a morir de la forma más lenta y cruel, el escafismo.

El hecho ocurrió durante el turbulento ascenso al trono de Artajerjes II, quien, tras la muerte de su padre Darío II, se enfrentó a su hermano Ciro el Joven por el control del imperio. La disputa culminó en la famosa batalla de Cunaxa, cerca de Babilonia, en el año 401 a. C.

Según el historiador griego Plutarco, Ciro cayó en combate tras ser alcanzado por un dardo en la sien. El autor del disparo fue Mitrídates, quien no sabía que estaba atacando al propio príncipe.

Al enterarse de lo ocurrido, el rey Artajerjes II decidió apropiarse de la hazaña y silenció al joven soldado, otorgándole riquezas y joyas bajo la estricta condición de que nunca revelara su rol en la muerte de su hermano.

Sin embargo, durante un banquete, Mitrídates rompió el pacto. Ebrio y jactancioso, confesó haber sido él quien derribó a Ciro. Esa indiscreción marcó su sentencia.

El castigo ordenado por el monarca fue el escafismo, una forma de tortura descrita por Plutarco que buscaba el sufrimiento prolongado antes que la muerte. Mitrídates fue encerrado entre dos artesas de madera, dejando solo su rostro, manos y pies al descubierto.

Se le forzó a ingerir grandes cantidades de miel y leche, mientras su cuerpo, cubierto con la misma mezcla, atraía insectos que lentamente lo devoraban. El suplicio se extendió por 17 días, hasta que finalmente murió en medio de infecciones, larvas y un dolor insoportable.

Este tipo de castigo no solo fue una muestra del poder absoluto del rey, sino también un recurso para reafirmar su control sobre la narrativa política en una época marcada por conspiraciones, purgas y represión.

El caso de Mitrídates, recogido por Plutarco en Vidas paralelas y analizado por académicos como los de la Universidad de Chicago, es hoy uno de los testimonios más atroces del uso de la tortura como herramienta de poder en la antigüedad.

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