Política y reality show, por Carlos Alaimo
La verdad es que los políticos de oficio no le dan prioridad al tiempo, salvo contadas excepciones, pero, seguramente sería distinto, si todos cursaran una pasantía en la administración privada para, en ella, aprender a valorar ese recurso que cuanto más se dilata en la toma de decisiones, más perjudica la resolución de problemas y por ende, el bienestar general.
Se ha perdido una semana en discursos ofensivos, improductivos, banales y populistas a pesar de que la nación ha pedido cambios de actitudes, de posiciones, de sustitución de la retórica por hechos concretos basados en un diseño de políticas públicas congruentes, sostenibles, factibles, e inmediatas.
El presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, tiene todo el derecho de cuidar la imagen y majestad del parlamento evitando su conversión a un solo afecto partidista, porque el foro presidido por él es un variopinto conjunto de diversidad ideológica, así como de visión futura de construcción de una sociedad.
Si bien ha logrado, Ramos Allup, ciertas simpatías, mejor imagen y mayores afectos de seguidores por el rescate de la institucionalidad, pudo haberlo realizado sin promover un reality show que debilita todo el esfuerzo anterior, demostrando errores de gobernabilidad y pérdida invaluable de la primera semana de ejercicio del poder legislativo.
Desde la Asamblea Nacional se deben proyectar Leyes, además de construir puentes hacia los otros poderes públicos, en especial con el ejecutivo promoviendo el tratamiento de temas críticos, como el valor de cambio de nuestro signo monetario, el Bolívar, en relación con otras monedas, estrategias para detener la inflación, y resolver el problema de la dolarización de la economía.
Trabajando en concierto se puede coadyuvar en adecuar el presupuesto de defensa a la nueva situación de ingresos de recursos por concepto de exportaciones, rediseñar las políticas productivas de bienes y servicios concatenadas con la promoción de empleos, redefinir las prestaciones de salud, descentralizándolas y retrotrayendo su tendencia a la dispersión, atomización y pérdida de su control, así como mejorar el sistema de seguridad social.
Si bien puede sonar repetitivo, porque se ha empleado en otros intentos por dinamizar el trabajo en Venezuela, es pertinente impulsar la construcción de infraestructura retomando con fuerza los proyectos detenidos en el área de transporte, vialidad, puentes, instalaciones de producción de electricidad, y mantenimiento general terminan repercutiendo, así como abriendo puertas en lo inmediato al resto de las actividades laborales ayudando a aumentar la producción, el comercio, y el turismo, por ejemplo, de inmediato.
Hay interesados en sumarse con honestidad a la ejecución de medidas para lograr los cambios de estrategia y mejorar nuestra situación económica actual, sin embargo, hasta ahora, se ha alejado a estas mentes preparadas y bien intencionadas, lo cual no es justo para una sociedad ávida de respuestas exigidas en la última elección parlamentaria.
¡A gobernar! Cada quien en su espacio, pero eso pasa por cambiar las actitudes fútiles entendiendo que ya cargamos a cuestas con un diagnóstico de la realidad venezolana y no nos hacen falta más, sino actuar sin dilación.
Cabe, entonces, como mensaje directo a nuestros representantes parafrasear a estudiosos de la economía o líderes políticos del pasado afirmando que: hacer, es mejor que decir, y cumplir, es mejor que prometer dentro de una realidad de necesidades humanas abrumadoras para los venezolanos.