Editorial | Trump y su desconocimiento de la historia de EE. UU.

Donald Trump siempre quiso ser presidente.
Para él, daba igual ser candidato del Partido Demócrata o del Republicano.
Su habilidad en los negocios, con un potente olfato heredado de su padre, su agilidad para evadir impuestos millonarios y su destreza para salir airoso de proyectos que terminaron en bancarrota varias veces, lo definieron por años.
Su apellido, su marca personal, era tan poderosa que los bancos le respaldaban, pese a sus fracasos empresariales.
Del mundo empresarial dio el salto a la política años después. El showman que instauró un nuevo concepto de magnate albergaba una ambición mayor: llegar a la Casa Blanca.
No le resultó fácil.
Supo precisar y negociar en el desgaste del Partido Republicano, que terminó de abrirle el camino para convertirse en su candidato.
Su primera administración (2016-2020) tuvo éxito en varias políticas, aunque quedó marcada por el asalto al Capitolio y las mentiras que promovió tras perder la reelección.
Aun así, con ese historial, ganó las elecciones del periodo 2024-2028.
La gran interrogante que hoy genera preocupación, angustia y escepticismo no solo en Estados Unidos, sino en el resto del mundo, es: ¿qué hará Trump en este nuevo mandato?
Este Trump de 2025 es completamente distinto al de 2016.
Ahora llegó "disparando" y abriendo fuego a diestra y siniestra.
Estados Unidos atraviesa una situación de alarma que está impactando duramente en Wall Street y en todo el sistema financiero.
Las grandes corporaciones lo están pagando caro, y esas presiones ya se sienten en el bolsillo de los ciudadanos y residentes de ese gran país.
¿Era necesario este caos?
Para nada.
Se esperaba que, con su regreso al poder, la economía "anestesiada" bajo la administración de Biden despertara.
Pero ¿qué pasó? ¡Todo lo contrario! La inflación y la recesión han tomado protagonismo.
Trump desconoce la historia de su país.
Estados Unidos se construyó con inmigrantes. Su propio legado familiar es prueba de ello: sus raíces se encuentran en Escocia y Alemania.
¿Acaso la inmigración no fue el pilar sobre el cual se edificó gran parte de la grandeza de esta nación?
Entre 1855 y 1890, más de 8 millones de inmigrantes ingresaron por Nueva York. Su llegada fue útil y necesaria, al igual que la de los judíos, italianos, irlandeses y otros europeos en las primeras décadas del siglo XX.
Según el Instituto de Política Fiscal y Económica (ITEP), en 2022, los trabajadores indocumentados pagaron 96.700 millones de dólares en impuestos.
El Consejo Estadounidense de Inmigración estima que ese mismo año, los migrantes sin papeles aportaron cerca de 76.000 millones en contribuciones fiscales.
Asimismo, un estudio reveló que las contribuciones totales de los migrantes a la economía estadounidense superaron los 2 billones de dólares en 2022.
Más allá de su enorme valor, esta cifra nos dice algo importante: los principales beneficiarios de la mano de obra inmigrante son la economía y la sociedad estadounidense.
Los inmigrantes han sido clave en sectores como la construcción y la producción agropecuaria.
Se estima que, en 2022, 81.000 millones de dólares fueron enviados como remesas a sus países de origen. Sin embargo, esa cantidad representa solo una fracción del valor total que los inmigrantes generan en la economía estadounidense.
El 96 % de sus ingresos y productividad se queda en Estados Unidos.
A su vez, esas remesas son un sostén vital para millones de familias en Centroamérica y Sudamérica, generando un flujo de capital crucial para esas economías.
El Instituto de Políticas Migratorias (MPI) publicó un informe en el que destacó que, por primera vez en 175 años, el crecimiento poblacional de Estados Unidos se debe principalmente a la inmigración.
"El aporte de los migrantes es clave en sectores que sufren escasez de mano de obra", señaló Thomas Kennedy, vocero de la Coalición de Inmigrantes de Florida (FLIC).
Todo esto ocurre en un contexto de descenso de la natalidad en EE.UU.
¿Es necesaria esta ofensiva de Trump contra los inmigrantes?
El MPI ha señalado que, entre 2022 y 2023, la inmigración fue el único factor que impulsó el crecimiento poblacional de EE.UU.
En ese período, la población inmigrante aumentó en 1,6 millones, alcanzando 47,8 millones en 2023.
El presidente Trump tiene el derecho de proteger la economía y la seguridad del país, pero el Estado de Derecho no puede ser atropellado por nadie.
En Estados Unidos no hay un supra-presidente. Su democracia se basa en el respeto a las leyes y la autonomía de los poderes públicos.
Confiamos en que Trump recapacitará y evitará una confrontación con la administración de justicia.
Estados Unidos sabe quiénes son los verdaderos criminales, ya sean miembros del Tren de Aragua o terroristas internacionales. Lo que no puede ocurrir es que paguen justos por pecadores en una purga injustificada en pleno siglo XXI.
Gente honesta ha emigrado a Estados Unidos para trabajar y construir un futuro. Huyeron de regímenes autoritarios, como el venezolano, buscando refugio en el país de la democracia, las libertades y los derechos.
Los cubanos y venezolanos merecen un trato justo por parte de la administración Trump, y uno de los garantes de ello debe ser, sin duda, el Secretario de Estado, Marco Rubio.
Carlos Alaimo
Presidente-Editor