El diario plural del Zulia

Editorial | Trump, regale usted paz a los venezolanos y más migrantes

"A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz."
—Walt Whitman.

Todo el mundo sabe que Estados Unidos es un país hecho por migrantes.

Desde el Mayflower en 1620, los siglos posteriores han demostrado que el músculo de esta gran potencia encuentra su fortaleza en ese espíritu explorador, innovador y emprendedor presente desde su inicio.

Y esa capacidad no solo ha provenido de la inteligencia y el arrojo de los descendientes de los padres fundadores ingleses y los pocos nativos que quedaron, sino también de grandísimas oleadas de migrantes de todas las nacionalidades del mundo. Ellos vieron en las tierras del norte de América una oportunidad para formar parte de una sociedad avanzada.

Estamos hablando de una de las democracias modernas más antiguas del mundo, con más de 230 años de historia.

Esa misma democracia se forjó en una sociedad que ya se configuraba como multicultural.

La misma democracia que ha permitido a Donald Trump volver a un nuevo mandato, esta vez con un enfoque que podríamos señalar como antinorteamericano. Sí, porque viene a atacar a comunidades enteras de migrantes que representan, como dijimos al principio, una de las fortalezas fundamentales del país.

Trump busca un fortalecimiento económico frente a China; quiere mirar hacia dentro, repeler al gigante asiático y reactivar una maquinaria industrial hecha en América.

Pero olvida que gran parte de las venas de esa máquina son migrantes. Los últimos censos de 2023 indican que al menos 50 millones de personas que residen hoy en EE.UU. nacieron fuera del país. Es decir, un 15 % de la población.

Trump debe reconocer que muchos migrantes lo votan y hasta lo admiran como figura de éxito. Y pese a sus objetivos, creemos que también debe ocuparse de gestionar el bienestar de la sociedad que lo ha elegido.

Es necesario que borre cualquier rastro de odio de su administración.

Es un líder, eso es innegable, pero los buenos líderes siempre terminan siendo buenos seres humanos.

Hoy, el magnate convertido por segunda vez en presidente de EE.UU. somete a tantas comunidades de migrantes al miedo.

Y, claro, entre ellas, a nuestra comunidad venezolana.

Viven una auténtica pesadilla: la incertidumbre los persigue a donde van, su salud se deteriora ante tanta presión y la amenaza de una deportación que destruiría familias por segunda vez.

La primera vez fue al salir de su país, dejando todo atrás para apostar por un futuro en el norte.

Sabemos que hay instituciones fuertes, congresistas y ONG empujando para blindar legalmente a los venezolanos de bien.

Porque, vaya que hay ciudadanos preparados, aportando los años más productivos de su vida al nuevo momento del Make America Great Again, pagando impuestos como cualquier otro estadounidense y, aun así, viviendo en la angustia.

Trump conoce muy bien el caso venezolano. No le es ajeno. Sabe de la importancia de Venezuela como país, como mina energética y, claro, desconfía de los opositores fracasados que apoyó en su primera administración.

Pero esa frustración no debe jamás permear a una comunidad trabajadora, innovadora y emprendedora como la venezolana. Basta con observar los reportes de preparación universitaria y técnica de los venezolanos que han llegado a EE.UU.

Claro, no somos ilusos. También entró el Tren de Aragua, que es una ínfima mancha, pero que acapara titulares por encima de los logros civiles de los venezolanos.

Trump puede parecerse a Nicolás Maduro. ¿En qué?

En que sus actuaciones se interpretan como deshumanizadas.

No sabemos el alcance que tendrá esta política de persecución ni cuánto durará.

Solo sabemos, y estamos seguros, de que una grandísima mayoría de los venezolanos migrantes son ciudadanos sin delitos, trabajadores, que llegaron a ese país para crear un futuro conjunto.

Los venezolanos de buena conducta, amparados por la protección del Estado y de Dios, superarán la pesadilla que hoy Trump les está haciendo vivir.

Los venezolanos merecen un mejor trato de lo que hoy reciben.

El Secretario de Estado Marco Rubio reconoce que Venezuela es una réplica del modelo castrocomunista de Cuba. ¿Por qué entonces no darle el mismo trato? Fidel envió a los “marielitos” cuando vació las cárceles cubanas y Maduro al tren de Aragua.

Aplaudimos que saquen a esas escorias que en nada representan al gentilicio venezolano; pero denle paz y serenidad a los venezolanos de buena fe que vieron en los EEUU un espacio para trabajar y ser útil en un país que le dio esperanza para un futuro digno.

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