Editorial | Maracaibo pide que sus ciudadanos hagan política

En un momento crucial para Venezuela, y particularmente para Maracaibo, es imperativo reflexionar sobre el papel de la política en la construcción de nuestro futuro. La reciente designación de Adrián Romero como alcalde de Maracaibo por el Concejo Municipal marca un punto de inflexión que merece un análisis profundo.
Durante las últimas tres décadas, Venezuela ha sido testigo de un fenómeno preocupante: la "antipolítica". Este movimiento, que comenzó como una crítica a las estructuras tradicionales, terminó por debilitar los cimientos de partidos históricos como AD y COPEI, fragmentando el panorama político y diluyendo la formación doctrinaria de nuevas generaciones de líderes.
El resultado ha sido un terreno fértil para el populismo, la corrupción y la mediocridad en la gestión pública. Corrientes poderosas del chavismo, en su expresión actual, representa la culminación de este proceso degenerativo, incorporando elementos delictivos al quehacer político.
Maracaibo no ha sido inmune a esta realidad. La crisis institucional que sacudió a la Alcaldía recientemente es un reflejo de cómo los intereses políticos pueden prevalecer sobre el estado de derecho.
Es fundamental recordar que la Constitución y los derechos humanos deben ser la guía de nuestras acciones, no la represión ni la violencia.
La designación de Adrián Romero como nuevo alcalde representa una oportunidad de cambio. Conocido por su honestidad y pasión por el servicio público, Romero enfrenta el desafío de restaurar la confianza en las instituciones y mejorar la calidad de vida de los maracaiberos.
Sin embargo, el éxito de Maracaibo no depende únicamente de sus líderes políticos. Es crucial que los ciudadanos se involucren activamente en la política, evaluando críticamente a sus representantes y participando en la toma de decisiones.
La formación integral y el compromiso cívico son herramientas indispensables para combatir la mediocridad y la corrupción que han plagado nuestra vida política.
El renacimiento de Maracaibo como la ciudad bella, cálida y próspera que todos añoramos requiere un esfuerzo colectivo. Es tiempo de superar la apatía y el desencanto, abrazando una política basada en principios, conocimiento y valores.
Que esta nueva etapa en la historia de Maracaibo sirva como catalizador para un cambio más amplio. Solo a través de una participación política responsable y una ciudadanía informada podremos construir el futuro que merecemos.
Carlos Alaimo - Presidente Editor