Editorial | Los enemigos de la democracia

Cada día, más naciones se alejan de los valores democráticos y adoptan distintas formas de autoritarismo.
Paradójicamente, incluso aquellos que se autodenominan “demócratas” muchas veces actúan en contradicción con los principios republicanos.
Ningún país está exento del peligro de ser gobernado por líderes que llegan al poder mediante el voto y los mecanismos democráticos, pero que, una vez allí, administran el Estado con prácticas autoritarias.
¿Cómo evitarlo? La responsabilidad recae en cada ciudadano.
Hemos descuidado la política y a los políticos, creyendo erróneamente que los destinos de la sociedad se conducen por inercia o por simple “arte de magia”.
Desde el municipio hasta el gobierno nacional, la falta de vigilancia y participación activa de la ciudadanía ha permitido la consolidación de liderazgos mesiánicos, figuras que gobiernan como caudillos sin límites ni contrapesos.
Hoy, más que nunca, es urgente comprender que la política es un arte.
Así como el pintor plasma su visión en un lienzo, el político moldea la sociedad con su estilo de gobierno.
Si los ciudadanos renuncian a su papel fiscalizador y crítico, terminan facilitando la instauración de regímenes personalistas.
Solo conociendo las debilidades y amenazas que enfrenta la democracia podremos defenderla y preservarla para el futuro.
Este riesgo no distingue fronteras.
Venezuela es un caso extremo, pero incluso Estados Unidos, tradicionalmente visto como el bastión de la libertad y la justicia, enfrenta señales preocupantes.
Afortunadamente, sus instituciones aún se sostienen sobre bases sólidas, y sus ciudadanos siguen comprometidos con los valores republicanos.
A continuación, presentamos un decálogo de las principales amenazas que acechan al modelo democrático:
1. El populismo, que seduce con promesas vacías y soluciones mágicas, degenerando en demagogia.
2. La corrupción, especialmente entre políticos mediocres que llegan al poder sin preparación y acumulan riquezas injustificadas.
3. La polarización, que elimina el debate de ideas y radicaliza la confrontación política.
4. La apatía ciudadana, caldo de cultivo para que el poder caiga en manos de incompetentes.
5. La falta de formación política, que impide valorar la democracia en su verdadera dimensión.
6. La visión reduccionista de la democracia, que la limita al acto de votar sin comprender su dimensión cultural y social.
7. El autoritarismo, que concentra los poderes públicos en manos de una sola persona o grupo.
8. Los liderazgos eternos, basados en el abuso de poder y la falta de alternancia.
9. El financiamiento opaco, que erosiona la transparencia y la equidad electoral.
10. El abuso del marketing político, sin controles ni límites, manipulando a la opinión pública.
¿Quieres recuperar y fortalecer la democracia? Involúcrate.
Participa en los debates sobre el rumbo del Estado.
La democracia es un ejercicio diario, no un acto que ocurre solo el día de las elecciones.
Carlos Alaimo
Presidente-Editor
Madrid, 27 de marzo de 2025