El diario plural del Zulia

Editorial: A los colectivos y militantes del Psuv

El pueblo siempre es la víctima final, la última víctima, el que más dolor se lleva. 

Las elecciones del 28 de julio en Venezuela sentaron un precedente histórico que aún no se aclara con transparencia.

Países del mundo democrático demandan actas de votación mesa por mesa para comprobar los resultados electorales, pero el Gobierno prefiere no publicarlos y el conflicto se agrava.

Venezuela llega de nuevo a una espiral caótica de puja por el poder. Y las víctimas, sean fatales por la represión violenta, por el hambre, por la falta de educación, o por las rupturas familiares devenidas de la migración, las pone siempre el pueblo.

El pueblo siempre es la víctima final, la última víctima, el que más dolor se lleva. 

Y en ese pueblo también están los militantes del Psuv y seguidores de un chavismo errático que pide hoy desinstalar WhatsApp, en vez de presentar al mundo entero los resultados diáfanos de las presidenciales.

El mismo Gobierno que pide hoy a su militancia entender una supuesta nueva guerra informática que libra Venezuela, pero que ha sido incapaz de frenar la debacle de la salud, el empleo, el éxodo desesperado, el hambre y la pobreza que ya han condenado generaciones en subdesarrollo de jóvenes y niños desamparados.

¿Cómo pueden seguir votando por el chavismo-madurismo? se preguntan muchos. Tenían derecho de votar por el chavismo, pero ¿acaso no siente este segmento de los venezolanos que han sido traicionados y el sueño de la izquierda revolucionaria se convirtió en una pesadilla para todo un país encarnada en el modelo de Miraflores?

Pues, es el resultado de lo que sería la libertad, aunque en Venezuela se adapte mejor la definición de clientelismo a esa inclinación por el voto.

¿Es posible romper ese clientelismo arraigado en el hambre y el atraso?

Sí. Claro que sí.

Y no es evangelizar con un nuevo proyecto de país solamente. Que ya se hizo y generó un sismo en las presidenciales.

Es haciendo preguntas concretas: 

¿Este país de hoy es lo que quieren dejarle a sus hijos y nietos?
¿Es verdad que los militantes del Psuv quieren hambre para ellos y sus familias?
¿Es cierto que los pesuvistas no quieren hospitales dotados?
¿Prefieren los chavistas una Venezuela con la peor educación?
¿Quieren los militantes del chavismo vivir entre las peores de las inflaciones?
¿Es verdad que los chavistas prefieren vivir en la indignidad?
¿Los venezolanos que creen el chavismo se sienten cómodos con la corrupción de las élites?

¿A los venezolanos que votan por el Psuv  les gusta vivir entre apagones?
¿Y entre cortes de agua?
¿Es cierto que a los pesuvistas no les conmueve los niños que mueren por falta de medicamentos?

¿Acaso a los chavistas no se les han roto las familias y han tenido que migrar?
¿Acaso no seguirán migrando si no hay cambios?
¿Es cierto o falso que los chavistas seguirán usando WhatsApp?

Estas interrogantes son directas. No hay espacio para grises.

Se responden de forma cerrada y nos inclinamos a pensar que esa mayoría de militantes del Psuv contestarían con sentido común rechazando más años de calamidad y la destrucción de cualquier posibilidad de bienestar.

El llamado que debe prevalecer para todos los venezolanos es el de la sensatez y el de la reflexión tras 25 años de una élite en el poder. Y no el de la unión ante el nuevo enemigo externo del “imperialismo informtáico”. 

Creemos, desde nuestra perspectiva como medio, que Venezuela se encuentra hoy de nuevo en un instante histórico donde cada ciudadano que haya nacido en esta tierra, tiene el deber y el derecho de exigir la transparencia total y verificable de una elección que aún puede cambiarlo todo.

 

Carlos Alaimo

Presidente-Editor

 

 

 

 

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