Venezuela ante el adiós de Chevron: ¿Sostener la producción o enfrentar el declive?

La industria petrolera venezolana, antaño columna vertebral de su economía, atraviesa una nueva etapa de incertidumbre.
Años de desinversión, sumados a las sanciones impuestas por Estados Unidos, precipitaron el colapso de un sector vital para el país caribeño. Ahora, con la orden de Washington para que Chevron cese operaciones en Venezuela antes del 27 de mayo, el panorama se complica aún más.
Pese a ello, el presidente Nicolás Maduro asegura que la producción continuará. “Los trabajadores tienen las capacidades para que esos campos petroleros sigan produciendo (...) tenemos un plan para aumentar la producción”, afirmó durante su programa semanal de televisión.
La posibilidad existe, dado que los campos operados por Chevron se encuentran en territorio venezolano y bajo el marco de empresas mixtas establecidas por la Ley de Hidrocarburos. No obstante, el reto es enorme “sostener e incluso incrementar una producción que recientemente apenas sobrepasó el millón de barriles diarios”.
Según cifras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), Venezuela alcanzó una media de 1,03 millones de barriles diarios en enero, un leve repunte respecto a diciembre.
Sin embargo, esta cifra aún dista de los niveles históricos y enfrenta riesgos ante la salida de otros actores clave como Eni, Repsol y Reliance.
Hasta ahora, la distribución del crudo venezolano se dividía en aproximadamente 500 mil barriles diarios hacia China, 250 mil a Estados Unidos, 100 mil a Europa, 100 mil a India, y un volumen menor hacia Cuba y algunos países africanos. Esta estructura podría tambalearse con la reconfiguración forzada por las sanciones.
Uno de los principales obstáculos es la naturaleza extrapesada del crudo venezolano, que requiere equipos especializados como los de Chevron para su procesamiento.
A esto se suma el deterioro de los campos petroleros y la obsolescencia de los equipos de extracción, agravados tras la imposición de sanciones.
De acuerdo con informaciones del diario El Tiempo, el economista Francisco Rodríguez, profesor en la Universidad de Denver, advierte que la salida de Chevron podría reducir la producción hasta 700 mil barriles diarios y causar una contracción del 10 % en el Producto Interno Bruto (PIB) venezolano.
Además, Chevron jugaba un papel clave al canalizar pagos de deuda (estimada en 3 mil millones de dólares) y al generar empleos directos e indirectos en el país.
Rodríguez también señala que cortar completamente los ingresos del Estado no solo afecta al gobierno, sino a una economía que depende del gasto público para sostener servicios básicos como salud, educación y abastecimiento de divisas.
Por su parte, Chevron no se da por vencida. Su director ejecutivo, Mike Wirth, expresó que la salida de la empresa comprometería la seguridad energética regional, al abrir más espacio a la influencia china. “China expandió su control económico en África, Latinoamérica y Asia Central. Este patrón podría repetirse en el hemisferio occidental”.
Mientras tanto, sectores de la oposición venezolana critican cualquier intento de revertir las sanciones. María Corina Machado, en declaraciones a Fox News, calificó como un “error” las gestiones de Chevron para permanecer en el país y respaldó la estrategia de máxima presión. “Revertir las sanciones garantizaría la supervivencia del régimen de Maduro”, afirmó.
Venezuela se encuentra, una vez más, en una encrucijada decisiva: sin Chevron y en medio de tensiones geopolíticas, deberá decidir si reinventa su industria petrolera o acepta una nueva etapa de declive estructural.