San Jacinto clama por agua: “Nos bañamos una vez al día”
Los habitantes de la urbanización San Jacinto no aguantan más la falta de agua. Ayer alrededor de las 11:00 de la mañana la comunidad se unió en protesta para denunciar la “indolencia con el pueblo”.
Es un desastre la distribución del vital líquido. En los sectores 9, 10, 15 y 16 hace meses que no ven una gota de agua. Unos desde hace tres meses, otros incluso desde noviembre del año pasado.
Quienes salen ganando son los vendedores de los camiones cisterna. Cobran hasta dos mil 500 bolívares por llenar un tanque de seis pipas; unos mil litros aproximadamente.
“Si vamos a Hidrolago nos dicen que no llega el agua porque no estamos al día con los pagos, pero hay mucha gente aquí que está al día y aún así no recibe el servicio”, afirmó Humberto León, vecino de San Jacinto.
La comunidad denuncia que los choferes de los camiones de la Gobernación tienen un negocio redondo, pues llenan sin costo alguno en la estación de bombeo Marina Norte y salen a vender el líquido en el sector, aprovechándose de su necesidad. “Se supone que esos camiones deben surtir de agua a las comunidades completamente gratis y a nosotros nos las venden”, aseguró León.
La sequía y la desesperación de los residentes de San Jacinto los lleva a comprar agua salina a los camioneros, para ahorrar algo de dinero. Las consecuencias no se hacen esperar y en las últimas semanas se han presentado casos de escabiosis y otras enfermedades epidérmicas, sobre todo en los niños.
Rinden el agua que compran hasta donde pueden. Usan el residuo de los aires acondicionados para lavar sanitarios y sólo se bañan una vez al día. Es indispensable la compra de botellones de agua potable para cocinar e hidratarse.
Las recargas de las botellas les cuestan 250 bolívares y un envase nuevo ronda los nueve mil. No les queda otra opción que pagarlos a ojos cerrados; a veces hasta en tres ocasiones al día, dependiendo el número de personas que conforman la familia que habite en el hogar; en su mayoría todos pasan de seis integrantes.
Condiciones precarias
En el hogar de Lorena Guillén, quien tiene tres niños, no llega el preciado líquido desde noviembre. Su hijo de 11 años padece Poliposis Intestinal, por lo que todos los alimentos que consume deben ser estrictamente esterilizados para evitar un daño mayor.
“Se me enferma del estómago, no tengo agua para drenar el baño y que mi niño pueda hacer sus necesidades. Hasta papel periódico he tenido que usar para no ensuciar el baño”, reveló la madre. Últimamente el niño ha desmejorado en su condición. “Se me pone mal a cada rato, pues el agua que compramos no es completamente potable”.
Todas las semanas esta ama de casa gasta más de cinco mil bolívares en hidratación para ella y sus pequeños, pero ahora está en un punto crítico ya que no tiene recursos para comprar dos o más botellones al día.
Cegados por la indignación los vecinos decidieron violentar algunas tuberías en busca del vital líquido, pero fue en vano. “Manejan las válvulas a su antojo para darle agua a los camiones cisterna. Venden el agua y se reparten el dinero. No me explico que llegue en algunas casas y en la mía, que necesito darle cuidados especiales a mi hijo, estemos viviendo en un desierto”, lamentó.
La comunidad reitera el llamado a Freddy Rodríguez, presidente de Hidrolago, para que solucione la escasez de agua que padecen los vecinos de San Jacinto.