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Polémica por muerte de dos niños en Santa Rita: “Murieron de desnutrición”

Un corazón pintado con barniz y en el medio la palabra “familia” es el adorno que tiene la sala de la casa de los Chourio García. En ella sus hijos jugaban sin parar, hay corazones trazados en algunas de las puertas de las habitaciones también, quizás ahora estén rotos. María Alejandra y José Antonio ya no están.

Es un hogar pobre, ubicado en el sector Las Cabrias, del municipio Santa Rita, adyacente al reconocido hipódromo residen los Chourio García desde hace 10 años. Ellos forman parte de las cifras de pobreza extrema en Venezuela, no hay duda. Una cocina con platos desordenados, un piso lleno de barro y grasa, colchones rotos, rasgados de tanto sucio, y pocos alimentos en la alacena lo comprueban.

José Gregorio Chourio y Elena García procrearon seis niños, tres hembras y tres varones. La mañana de ayer fallecieron María Alejandra, de tres años y José Antonio, de ocho. La familia no sabe qué sucedió. “Yo los toqué y estaban fríos, no movían sus cabecitas”, dice el padre de los menores frente a los efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc).

A un costado se encuentra Elena. Su mirada tímida y triste, su cara pálida y el constante movimiento de sus manos dan cuenta de la angustia que vive. No se le entiende al hablar, tiene una aparente discapacidad y solo asiente a lo que dice su esposo.

“Ellos duermen todos en el último cuarto con su mamá, yo duermo en el primer cuarto, pero cuando entré me di cuenta”, prosigue el José Gregorio.

La emergencia encendió la alarma y el dolor de los habitantes de la zona popular. José Gregorio salió en su bicicleta para decirles a sus vecinos que los pequeños estaban muertos. La comunidad los ayudó y trasladó los cuerpos hasta el Hospital “Zenen Castillo Reverol”. Allí ingresaron a las 6:41 de la mañana y de manera oficial los galenos confirmaron la noticia. “Entraron sin signos vitales”.

“La doctora me dijo que mis hijos murieron de desnutrición”, cuenta José Gregorio a los efectivos.

Alrededor de la emergencia del centro de salud local hubo un ruidoso silencio. Los policías, enfermeras, doctores y personal administrativos lloraban, no podían creer lo sucedido. Eran dos niños de una misma familia muertos. 

Nada anormal

El papá de José Antonio y María Alejandra sale todos los días a las 6:00 de la mañana a trabajar, antes de ello les deja el desayuno listo a sus hijos. Coloca en la cocina lo poco que encontró del día anterior y con eso se alimentan todos. En la noche cuando llega el patriarca de los Chourio García, vuelven a comer.

Anoche no fue la excepción, a fuego lento José Gregorio puso el arroz a cocer junto a unos huesos de cabeza de cochino. Comieron, no hubo nada distinto al resto de los días, aunque el cuerpo inerte y ya sin vida de los pequeños les cambiara la historia.

El padre con el rostro quemado de tanto aguantar sol no le teme al trabajo. Las cabezas de cochino eran la comida diaria porque las consigue fácilmente en Las Pulgas. Se las regalan, así lo narró a las puertas del Cicpc subdelegación Cabimas, donde estaba rindiendo declaraciones.

Pidieron ayuda

Al llegar al hospital el rumor se empezó a correr. “Murieron envenenados”, “mataban a los perros y se los comían”, “fue una intoxicación”, “los maltrataban”, todas las especulaciones fueron desmentidas por los vecinos de Las Cabrias quienes estaban frente a la casa que le hizo hace seis años el Gobierno a los Chourio García.

“Todo eso es falso, aparentemente los niños vomitaron y se ahogaron con el mismo vómito porque tenían restos de comida en la boca”, comentó una de las vecinas.

El profesor Jean Carlos Amaya, quien trabaja en la Escuela Nacional Rural “María Chiquinquirá González”, adonde acudían María Alejandra y José Antonio, estaba impactado por la noticia. Conoce de la precariedad en la que vive la familia y explica que hace algunos meses el caso fue expuesto ante el Consejo Municipal de Derechos del Niño Niña y Adolescente (CMDNNA), también para que le tramitaran los documentos de identidad a los niños quien no podían pasar a bachillerato sin ellos. Nadie acudió.

Ayer, conocida la noticia, los hermanos de los fenecidos: Berta, Camen Elena, José Gregorio y una pequeña de cuatro años fueron visitados por la directora del CMDNNA quien minutos más tarde se los llevó. Ellos quedaron con la ilusión de celebrar, en medio de lo poco o lo mucho el cumpleaños número nueve de José Antonio, el próximo 16 de julio.

Por las calles de arena de Las Cabrias se percibe el dolor, los vecinos no quieren que sigan pasando situaciones similares. Reconocen que Elena es una mujer con una condición especial, pero también expresan que a todos lados va con sus hijos.

“Ella sale para todos lados con sus muchachos, nunca los deja solos, eso sí no hace comida, esperan a que llegue él (José Gregorio) para que cocine”, relata Soraida Sánchez, representante del Consejo Comunal “Esperanza de Vecinos”.

Los cuerpos de María Alejandra y José Antonio fueron trasladados a la morgue del Hospital General de Cabimas donde los médicos forenses de la aplicarán la necropsia de ley para conocer a ciencia cierta la causa de muerto de los pequeños. Luego los funcionarios de protección de niños se encargarán de sepultar los cadáveres ya que María Alejandra y José Antonio carecen de documentación.

 

 

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