Jubilados corren más riesgo en Campo Alegría

Con sus manos y sudor, día a día garantizaron la producción petrolera que le dio nombre a Venezuela en el mundo. Fueron obreros de la Mene Grande Oil Company, Meneven, Maraven, Lagoven y Pdvsa que, paradójicamente, ahora como jubilados enfrentan una emergencia habitacional en el urbanismo petrolero Campo Alegría, en Lagunillas.
Ese petróleo que extrajeron durante décadas, hoy ocasiona que la tierra se hunda a sus pies y sus casas, las que les fueron asignadas por derecho contractual por su labor en el parque petrolero, estén a punto de desplomarse.
Actualmente, el 50% de los habitantes más vulnerables son de la tercera edad, jubilados o viudas de los extrabajadores de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y sus filiales. Son 148, aproximadamente.
“Llegué a Campo Alegría en 1962. Fui durante 38 años mecánico automotriz de la gerencia de Transporte Terrestre de la MGO, Meneven y Maraven”, relata Pedro Yánez, de 81 años.
En este campo, en la casa 736 de la calle Cojedes, crió a sus seis hijos. Rememora el gusto de vivir allí las primeras décadas.
“La empresa reconocía nuestro esfuerzo y nos garantizaba calidad de vida. Nunca pensamos en mudarnos de aquí. Yo amo Campo Alegría, es mi terruño y mi gente, pero no puedo aferrarme a vivir así en medio de tanto riesgo”, asegura Yánez.
En su vivienda se cayó casi todo el cielo raso. El movimiento de la tierra fue descuadrando los cimientos de la casa. Por las grietas que dividen en dos las paredes se cuela incluso la luz del sol.
Para Yánez, tantos años de arduo trabajo para la industria petrolera venezolana les da el derecho a la reubicación que tanto claman.
“Trabajamos por muchos años. Es justo que nos garanticen una vejez tranquila. Lo tenemos más que ganado”, comenta.
No solo el riesgo de que las casas se vengan abajo preocupa a los habitantes del campo. Diferentes enfermedades desencadenadas a través del mal estado de las estructuras los acechan.
Felícita de Padrón, viuda de Jesús Padrón, quien se entregó en cuerpo y alma a la estatal petrolera durante 42 años, está hospitalizada por neumonía.
El polvillo que desprende la estructura sería el causante de la afección, según su hija menor, Yleana Padrón. “Aquí vivimos con miedo, el techo lo tuvimos que amarrar porque se desprendió. Tienen que evitar una tragedia”, clama Yleana.
Temor a la naturaleza
A diario, los más de 100 jubilados y el resto de los 300 habitantes en riesgo rezan para que “ningún coletazo de huracán los alcance”, según Ely Sánchez, jubilado de la Gerencia de Transporte Lacustre de MGO.
“Geográficamente estamos a varios metros por debajo del nivel del Lago de Maracaibo, protegidos por un muro de contención que no recibe mantenimiento. Ya no tiene ni rompeolas, y a eso se suma que por el sector pasa la falla sísmica de Boconó”, advierte Sánchez.