El diario plural del Zulia

Hasta el 40 % del sueldo paga una familia en agua al mes

Un tanque de mil litros se llena con cinco pipas. Los cisterna venden la pipa en Maracaibo en 300 bolívares. Por lo general, la gente echa agua en sus tanques una vez por semana. Cada vez que se acerca un camión a una casa en Maracaibo, la familia debe estar lista para 1.500 bolívares, lo que 6.000 al mes, que representa el 39,87 % del sueldo mensual.

Un marabino promedio devenga al mes sueldo mínimo: 15.051 bolívares. Eso es lo que le entra en la cuenta al esposo de María de Jiménez. Ha vivido su vida en la Fundación Mendoza, y hace tres años vive sin agua en sus tuberías. Tiene dos tanques que comparte con su marido y su hijo, uno de mil litros y otro de 500. No le alcanza ni el líquido que recoge ni el dinero para reponerlo cada semana.

Su esposo solo tiene su pensión de jubilado y ella no trabaja. Cada semana deben sacar de donde no tienen 1.700 bolívares. Cuando la situación apremia, solo compran dos pipas.

Hay vecinos en Haticos que pagan 10 mil bolívares por llenar sus tanques. En el edificio Río Torondoy, en la urbanización Lago Azul, compran cisternas semanales y el condominio, luego de recoger entre los dueños de apartamentos, entrega a los choferes de los camiones Bs. 10 mil por el servicio. Hidrolago envía agua por sectores una vez a la semana. Pero hay comunidades en las que no llega. En las noches, la gente sale de sus casas. Llevan mangueras, baldes y pipotes. Se sientan frente a las bombas para esperar que el agua salga. Ponen ollas y potes debajo de la tubería y esperan.

María de Jiménez siempre tiene la esperanza de que en la olla situada permanentemente debajo de su tubería caiga algo más que hilos de aire. hay costo cuando de la familia se trata, exclamó uno de los comerciantes. Muchos abuelos también se acercaron, perdieron a sus jóvenes hijos. Delia Morán vio partir a su primogénito de solo 24 años, dejó una niña que “me lo recuerda siempre, tiene sus ojos y en ellos veo esperanza”. En días buenos, cae un “chorrito” que completa la olla. Luego, se baña.

Problema de vieja data

Hace 20 años se raciona el agua en Maracaibo por todos sus costados: norte, sur, oeste y este. Pomona, El Milagro, Bella Vista, San Jacinto, La Urdaneta, La Victoria. Hay personas que se bañan con el agua que cae del aire acondicionado. Manuela Ollarves es una. Con un balde que se llena gracias al agua del aire de su cuarto se asean ella y una de sus tres hijas. “Es baño de policía”, se justifica.

Miembros del Centro de Investigación del Agua de LUZ sostienen que “el problema del racionamiento es estructural, porque el sistema de distribución de la ciudad no tiene compensación”. Silvia Urdaneta no tiene necesidad de pagar por agua. Pero igual no le llega directamente a sus tuberías. Dos veces a la semana su esposo va a casa de un familiar en Haticos II a llenar un tanque de mil litros. Son cinco personas en esa casa, tal vez por el señor vaya más veces, porque en su camioneta siempre está el tanque con una pequeña bomba. Está listo para salir, afirma la señora. Ella saca sus cuentas: “Si compráramos agua, tendrían que ser pipas a 300 bolívares, serían 1.800, pero como se llena dos veces, serían 3.600 cada siete días”.

En Fundación Mendoza hay dos colegios. El primero de la vía, la Unidad Educativa Arturo Michelena, es privado y atiende en dos turnos a 650 alumnos. Tampoco les llega agua. Compran un camión semanal a Bs. 10.000. También botellones de agua filtrada tres veces a la semana. “Ese nos sale en 300 cada uno”, afirma el coordinador de la institución. “La opción es que cada quien traiga su agua”.

 

 

 

 

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