El diario plural del Zulia

Harold y Rosa migraron hace siete años a La Guajira colombiana: "Imploramos tener la cédula"

Una pareja de venezolanos se aventuró a Colombia en busca de una mejor vida. Luego de mucho esfuerzo, están muy cerca de alcanzar una meta muy importante. Sin embargo, necesitan ayuda para que Harold obtenga la nacionalidad

La Troncal del Caribe es uno de los corredores viales más importantes de Colombia. Conecta la población de Turbo, Antioquia (cerca de la frontera con Panamá) con Paraguachón, La Guajira (en la frontera venezolana).

Al comunicarse con Panamá, donde se encuentra ubicada la selva del Darién, la Troncal del Caribe representa una ruta importante para los inmigrantes venezolanos que huyen de su país en busca de una vida mejor, y muchos de los que no llegan hasta Panamá decidieron empezar desde cero en zonas aledañas.

En Barranca, Colombia, en las inmediaciones de la Troncal, vive una pareja con su hija de ocho años de edad.

Harold González y Rosa López son de Cabimas, estado Zulia. Pasaron de estar entre amigos y familia en la ciudad que los vio nacer a vivir en una ciudad donde nadie los quiere simplemente por ser de Venezuela.

Les costó mucho salir adelante cuando llegaron a La Guajira en 2017. Aventurándose en tierras colombianas en busca de un futuro mejor para ellos y su pequeña, al principio dormían en las calles, usando sus brazos como almohadas y arropándose con cartones.

Esto ocurrió en Papayal, donde comenzó su travesía. Mientras intentaban abrirse camino en el mundo laboral como inmigrantes, una familia decidió darles una oportunidad: pasaron de vivir en las frías calles, a una pequeña casa de barro que les dejaron al cuido en el corregimiento Oreganal.

La oportunidad fue una pequeña luz en el túnel para la familia que les permitió tener un techo sobre sus cabezas y empezar a trabajar. Rosa, de 38 años de edad, es licenciada en educación integral, y esto le permitió comenzar a trabajar con refuerzo escolar, lo que en Venezuela llaman una “escuelita” o “tareas dirigidas”.

Sin embargo, cuatro años después, les robaron los cables de electricidad en la vivienda. La pareja se vio obligada a movilizarse otra vez, buscando un nuevo corregimiento dónde vivir, hasta que llegaron a Barranca, donde se encuentran actualmente.

Sin importar a dónde vayan, no son bien recibidos. Rosa trabajó en casas de familia, donde la humillaban por ser de Venezuela y tuvo que aguantar malos tratos. Por su parte, su esposo Harold es licenciado en filosofía, pero a diferencia de Rosa, no cuenta con nacionalidad colombiana, limitando mucho sus posibilidades de conseguir trabajo. Aunque apoya a su esposa en los quehaceres del hogar y muchas veces la ayudaba con las tareas dirigidas, su incapacidad visual le imposibilita trabajar en las minas, que es el trabajo que abunda en la zona.

Sin embargo, como todo venezolano, no se dejaron vencer por las adversidades. Siguieron trabajando, tocando puertas y, mientras Rosa consiguió empleo como maestra en una escuela privada, con ayuda de Harold, lograron armar un proyecto de refuerzo escolar y artes marciales que presentaron ante el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena).

La propuesta fue un éxito en la institución y les ofrecieron un préstamo que los ayudaría a establecerse y finalmente cantar una victoria. La pareja pensó que esta oportunidad terminaría de abrirles las puertas en Colombia, pero todavía les queda un último obstáculo que enfrentar.

El Sena tiene el préstamo retenido por el estatus legal de Harold. Aunque su madre es hija de colombianos y puede optar por la nacionalidad, no cuentan con los recursos para costear los trámites. Rosa es la única que aporta monetariamente al hogar, y entre pagar arriendo, servicios y comida, se les ha hecho imposible ahorrar.

La historia de Harold y Rosa es sinónimo de resiliencia, fortaleza y constancia. Para materializar sus sueños y brindarle a su hija una vida mejor, han acudido a diferentes fundaciones y ONG de la zona en busca de ayuda, pero ninguna cubre en Barranca.

Aunque les gustaría probar suerte en alguna que se encuentre más lejos, tampoco tienen cómo movilizarse hasta Riohacha, capital del estado donde se encuentran.

Si sabes de alguien que pueda ofrecerles una mano amiga y los ayude con los trámites necesarios, contáctanos a través del número 0424-6774490.

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