"Funparm" cambia las vidas de los zulianos con discapacidades intelectuales

El próximo 1 de octubre, la Fundación de Padres y Amigos de Adolescentes y Adultos con Retardo Mental y del Espectro Autista (Funparm) celebrará 33 años desde su fundación, como una institución pionera en la habilitación y capacitación de las personas con discapacidades intelectuales en el estado Zulia.
Ubicados en el sector San Jacinto, fue creada en 1991 como respuesta a la necesidad de que los jóvenes discapacitados pudiesen encontrar un empleo o actividad que desarrollar luego de cumplir los 18 años.
En la actualidad, mantiene alianza con 12 empresas del estado Zulia, quienes contratan a los jóvenes y adultos de Funparm, con el objetivo de insertarlos en el mercado laboral y poder contribuir al sustento de sus hogares.
Dentro de la institución se realizan actividades desde cocina, artesanía y manualidades, con las cuales ayudan a financiar la organización y que son fabricadas por sus propios miembros con materiales reciclados y de provecho.
Tres décadas de trayectoria
Uno de los miembros más antiguos de la fundación es Ricardo Maro, quien forma parte desde el comienzo junto a su madre, Josefa Castellanos de Maro, quien recuerda como llevaba a su hijo al Instituto de Educación Especial Zulia (Ieez) desde los cuatro años, e ingresó a Funparm donde permanecen hoy en día.
Ricardo es trabajador de la empresa Zupla, y en la asociación realiza labores de manualidades, una actividad la cual “le encanta”.
“Poco a poco la comunidad se ha ido integrando, saben de Funparm y todo lo que hemos ido diciendo, pero ha sido muy duro”, comentó Josefa.
Cambiando vidas
El papel que juegan los representantes y familiares es fundamental para la organización dentro de la fundación, los cuales colaboran en sus actividades y ven a la institución como un impacto profundamente positivo en sus vidas.
Además, próximamente planean inaugurar la sección de reparación de artefactos eléctricos menores, tales como secadoras, licuadoras y otros similares.
Fiorella Laguado es hermana de Fabiana Laguado, quien posee dos años desde que ingresó a Funparm, y expresa la felicidad que siente su familia al verla integrada dentro de la sociedad.
“Realmente para nosotros llegar hasta acá fue conseguir pieza faltante en la vida de Fabiana, que es convertirla en una persona digamos útil, necesaria en la sociedad”, manifestó.
En la vida de la joven, de 23 años, fue completar su transición desde la juventud a la adultez, y romper las barreras que quizás algunos vaticinaron no podría superar en su vida.
“Llegar a Funparm fue un alivio, no tanto por la parte monetaria, sino saber que nuestros seres queridos son valorados. Son personas que son respetadas y son tomadas en cuenta, eso es la inclusión, no es que segreguemos al grupo dentro de la sociedad, sino que lo hagamos parte, que en cualquier lugar donde ellos lleguen sean respetados”, aseguró Laguado.
Una experiencia similar vivió Luz Marina Ospino, quien ingresó a su hijo Noel Rodríguez a la fundación hace 10 años, y vio el gran progreso que tuvo en esta década.
“A mí me encanta mucho estar con él acá, soy una persona muy colaboradora con él y espero que todas las madres que tienen sus niños en su casa se unan, para que vean que sí se puede y que uno puede darles una mejor vida”, resaltó.
José Rafael Linares, un joven de 26 años residente de La Curva de Molina, cuenta su experiencia dentro de la fundación. “Mis compañeros me han tratado bien, los ayudo. Hago papel, galletas, de todo”, explicó.
“Esta fundación marcó un antes y un después en mi vida porque me ha ayudado bastante en muchos ámbitos”, contó Miguel Ortega, de 31 años.