Eleuterio Cuevas celebra sus 34 años de sacerdocio
“Les pido que oren para que en favor de la Iglesia, y desde mi alegría, mantenga mi fidelidad y entrega hasta el último momento de mi vida”, fue el exhorto del padre Eleuterio Cuevas, hacia la feligresía zuliana, que se congregó en La Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá para celebrar con el párroco sus 34 años de servicio sacerdotal.
El templo estaba repleto de devotos que escuchaban atentamente la homilía del párroco Eleuterio, dedicada a la víspera de la asunción de la Virgen María.
Representantes de la comunidad mariana pidieron un paréntesis durante la misa para entregar varios obsequios que el padre recibió con mucho cariño.
Culminado el sermón una marea de feligreses se acercaron hasta el altar para extender sus abrazos de felicitaciones al sacerdote y recibir la bendición.
Reconocido y admirado por los devotos, por sus reflexivos sermones que tocan temas importantes para la sociedad venezolana, mueve las fibras más sensibles de los marabinos, desde hace 15 años.
El padre Eleuterio fue el sacerdote número 36 que ordenó el recordado Monseñor Domingo Roa Pérez, el 14 de agosto de 1982, en la iglesia de La Asunción, en la avenida Los Haticos, según contó a Versión Final.
Oriundo de la tierra falconiana de Mene Mauroa, ofició allí su primera misa, para luego emigrar a diferentes parroquias de Maracaibo y San Francisco.
Servicio a la Iglesia
Durante su trayectoria y su gestión religiosa son muchas las capillas e iglesias que han sido restauradas y levantadas, entre ellas la iglesia de Cumbres de Maracaibo, dedicada a María Auxiliadora; en la zona norte estuvo 12 años y ayudó a la reconstrucción de la iglesia de San Jacinto y su casa cural, la escuela artesanal y el ambulatorio en el mismo sector, además de la iglesia Mara Norte y la conclusión de la iglesia Don Bosco.
En San Jacinto también levantaron un comedor para niños y una casa de orientación psicológica a menores y ancianos.
Su llegada a la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá fue en el 2002, y desde entonces asegura haber vivido profundamente la devoción chiquinquireña.
“Aquí estamos tratando de acompañar a este pueblo que ama, lucha, canta y ora”, comentó.
El párroco agradeció a Dios quien durante sus 34 años ha sido misericordioso y le ha permitido con la fidelidad mantenerse en el ministerio sacerdotal.
La mayor petición del religioso en este aniversario de servicio, es la piedad y misericordia del Señor, para el pueblo venezolano “que sin duda está sufriendo”.
“Nuestra meta desde la Iglesia es seguir sirviendo de instrumento para llevar paz, armonía y sobre todo la fraternidad entre todos los venezolanos”, concluyó.