El ecomuseo de "San José de la Matilla", un tesoro del oeste de Maracaibo [+Fotos]

Al adentrarse al oeste de Maracaibo, específicamente a la parroquia San Isidro, a pesar de ser un largo viaje por su extensión y lejanía, vas observando poco a poco que te alejas de la contaminación auditiva de la ciudad y sientes el cambio de aire. Sus diferentes sembradíos hacen de este paraje único y deseoso de visitar cada cierto tiempo para el que no reside en la zona.
En diversos encuentros culturales y actividades políticas de cercanía de las autoridades locales, con los ciudadanos, siempre se hacía notar la voz de una señora que clamaba a gritos la atención inmediata para San Isidro, por su poca inversión en materia gubernamental, pero en especial, por la falta interés en recuperar el baluarte arquitectónico, cultural e histórico que representa esta parroquia para toda Maracaibo.
La sexagenaria, que siempre cautiva con su conocimiento cultural, y la que exclama ayuda para esta parroquia es Juana Inciarte. Ella, al igual que otros personajes que hacen vida en la ciudad y que trabajan este tema, pide atención inmediata al robo, desvalijamiento y deterioro por los años de obras culturales e históricas de esta zona en la capital zuliana.
Un epicentro histórico en el centro de la nada
Inciarte hace hincapié en prestarle atención a “San José de la Matilla”, un antiguo ecomuseo ubicado en el kilómetro 18 de San Isidro, entrando por la urbanización “Piedras del Sol”. Desde su entrada, poco cuesta creer que en la profundidad de esta zona boscosa, lograrás encontrar un arco que denota el inicio de este ecomuseo, abandonado desde hace muchos años. En el camino te encuentras pocas personas transitando por estas calles llenas de basura, monte y vidrios. Lugareños utilizan estos caminos para conectar al municipio Jesús Enrique Lossada con Maracaibo, pero su transitar es caminando. Son kilómetros y kilómetros que caminan, sobre todo familias de la etnia wayuu, para trasladarse desde La Concepción hasta la ciudad de Maracaibo.
Yuleima Martínez es residente de la zona y vecina que nos acompañó para inspeccionar el lugar, rememora los tiempos en que ella asistía al ecomuseo para distraerse, disfrutar de importantes eventos como las “Bienales de Pinturas San José de la Matilla”, una actividad liderada por Blanca Cano de Di Loreto, hija del arquitecto y artista plástico español Eugenio Cano Pelli, y de Concha López. Di Loreno encabezaba la Fundación Eugenio Di Loreto, según un reportaje elaborado por este diario el 5 de octubre de 2018
Martínez logró asistir, al igual que vecinos de esta parroquia y visitantes de otros lugares de la ciudad, a conciertos de la Orquesta Sinfónica de Maracaibo. “Acá vino a dirigir un concierto José Antonio Abreu, recuerdo”, dijo la fémina.
La fauna y la flora cautivan el punto. El aire limpio te acaricia la piel y los olores a las plantas te estremecen el cuerpo. El lugar está repleto de árboles centenarios. Esta zona llena de variedad de plantas, aves y otras especies hacen de lo que era un ecomuseo un lugar mágico y único. Debido a esto, el paraje fue decretado “Sendero de Interpretación Ambiental”, por el Fondo Regional de Turismo del Zulia.
En la página 1869 del “Diccionario General del Zulia” en su segunda edición en el año (2018), autoría de Jesús A. Semprún P, actual director del Acervo Histórico del Zulia y de Luis G. Hernández, se escribió que en 1999 se firmó un convenio cultural con la Universidad del Zulia para desarrollar la Escuela de Museología y Museografía de “San José de la Matilla”, que estaría adscrita a la Facultad Experimental de Arte, “espacio que permitirá la expansión creadora del sector y el crecimiento en materia de formación artística y proyección turística”, reza el escrito. La zona se prestaba o sigue estando para su desarrollo educativo, cultural y económico, pero, con el pasar de los años, a muchos de estos grandes proyectos no se les dio continuidad y se hundió en el abandono.
Tesoros del capitán Morgan
En el epicentro te encuentras con la capilla de “San José de la Matilla”, una arquitectura que data de la época de la colonia en 1569 usada para evangelizar a los indígenas y que albergaba importantes obras de arte como el mapa de los tesoros ocultos del Sir. Henry Morgan (pirata Morgan), según comenta la cultora popular, Juana Inciarte. Morgan “era el pirata más famoso en los tres siglos, mar y muerte que tuvo el Caribe”, según un artículo de opinión publicado en el diario “TalCual” en septiembre del 2020 y escrito por el historiador Ángel Rafael Lombardi Boscán.
Este lugar es tan inefable y valioso en sus relatos históricos, que no parece de Maracaibo, pero se ha convertido en un lugar de referencia para historiadores y locales que, seguramente, la población contemporánea de la urbe marabina desconoce. Lugareños aseguran que en el suelo hay túneles y tesoros ocultos.
Uno de los causantes del asolamiento de este ecomuseo fue la falta de gas en la parroquia y de La Concepción, en el municipio Jesús Enrique Lossada. Personas lograron talar árbol de tipo ceiba, roble, Santo Domingo, Apamate y otros que arroparon el ecomuseo, pero por el desespero y el desconocimiento de la diversidad en la fauna y flora que albergaba, fueron cortados para usar su leña. Solo se logra observar los troncos que sobresalen de una hermosa laguna ubicada en el sitio. Las garzas y alcaravanes fueron observados en el sitio.
Yuleima Martínez dice que espera que sea reconstruido y tomado en cuenta por los gobiernos locales para su reactivación y reconstrucción porque alega que allí recibió talleres de pintura, fotografía, cerámica. “Recuerdo quedar impactada en ver tantos artistas plásticos y conciertos que acá se realizaban”. Martínez dice que esto funcionaba hace 15 años. “Hoy es totalmente una ruina”.
Otro reportaje, hecho para este rotativo por el periodista Ernesto Ríos Blanco, el 29 de agosto del 2010, mostró la operatividad, la diversidad y actividades que en este sitio se ejecutaban con regularidad. Ríos Blanco inmortalizó fotografías que no contrastan ni parecen tomadas con las actuales. Las tomadas hoy demuestran un lugar abandonado, desolado, lleno de ruinas pero rico en historia y testimonios.
En lo alto de una cima, desde lo lejos, se logra observar lo que parece una gran piedra abandonada. Al acercarse y atravesar por mucho monte, logras observar que es la base de un enorme busto de Bolívar que también adornaba el lugar y que era parte de sus atracciones. Desde allí te llena la vista una gran planicie con un cautivador verde que parece de otro mundo, el clima para ese momento y la casi nula bruma logró que a lo lejos se observara montañas de municipios y regiones vecinas del Zulia.
Existió una población indígena que es imposible de describir
“San José de la Matilla reviste una interesante importancia en lo cultural, primero por ser una iniciativa patrimonial emprendida por el sector artístico mismo… es un patrimonio cultural activo”, agregó Carlos Valbuena, Magíster en Antropología de la Universidad del Zulia. (LUZ).
El magíster sostiene que “San José de la Matilla”, puede ser un espacio explorado desde el punto de vista del patrimonio edificado, pero, también, esa área “puede ser explorada desde el punto de vista arqueológico en vista de que en el año 1997 – 1998, el instituto de Patrimonio Nacional y el Departamento de la Secretaría de Cultura del Zulia, encontraron en esa zona, incluyendo en San Isidro, elementos que podrían sugerir que existían una poligonal factible de ser explorada desde el punto de vista arqueológico”. Indica Valbuena que existió una población indígena que es imposible de describir porque necesita ser investigado para este caso.
Sobre el aporte histórico que posee este ecomuseo para Maracaibo, Gisela Reyes, docente e investigadora de la Universidad del Zulia (LUZ) y la Universidad Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE), dijo que es de gran importancia para la ciudad porque “San José de la Matilla” es un ecosistema único e irrepetible por sus características. “Es un pulmón de oxígeno y de transformación de energías para habitabilidad positiva de los alrededores que contribuye a sumarse a la tarea de purificar el ambiente”, agregó.
Adicional, Reyes sostiene que este lugar natural sostiene a Maracaibo como uno de los pulmones vegetales más importantes de Venezuela. Con relación a los aportes que pueden hacer los gobernantes de turno para preservar estos sitios, agregó que “deben contribuir al patrimonio de la humanidad, cuidando ecosistemas necesarios porque somos seres humanos somos racionales, pero, también, debemos ser responsables de garantizar la supervivencia y la preservación de las especies y así vivir de manera equilibrada y armónica con el planeta”.