El abuso y la desnutrición bajo la mirada “cómplice”
En una humilde vivienda de concreto en el barrio Altos de Milagro Norte, Adalberto, de 26 años y Ana, de 13, casi mueren de mengua por la falta de alimentación y atención médica, en un hogar integrado por 10 personas y donde sus tres hermanas fueron víctimas de abusos sexuales por parte de un tío y el abuelo.
Ambos presentaron malnutrición aguda grave y tristemente forman parte de un indicador con múltiples aristas: la pobreza extrema que, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi) publicada en febrero, se ubica en 61,2 % de los hogares.
Sus familiares no presentaban los signos del hambre. En su teoría, Charles Darwin hablaba sobre la supervivencia del más apto, una teoría injusta que aplica para la historia de estos jóvenes con discapacidades mentales, sometidos a la hambruna por parte de quienes debieron garantizar su bienestar físico y emocional.
“Cuando en las sociedades no hay reglas justas y oportunidades equitativas para que las personas puedan ser autónomas, quien tiene más capacidad trata de imponerse porque es más fuerte o es cercano al entorno afectivo, esto hace que las personas sean más vulnerables”, explica la socióloga Nathalia Sánchez al analizar el caso.
Los vecinos denunciaron la situación cuando detectaron el grave estado de salud de los jóvenes, quienes dormían en el piso. Milángela Marín, vocera del consejo comunal, asegura que en oportunidades los vecinos le daban alimentos al clan, pero la familia los discriminaba. “Ellos eran flacos, pero no estaban así”.
María José González, psicóloga clínica, destaca que los valores se deterioran tanto en Venezuela que los ciudadanos “normalizamos” las situaciones. “Pensamos que el maltrato, el hacinamiento, la desorganización o la anarquía social son normales. Nos hemos acostumbrado a que yo acepto lo tuyo y tú lo mío. Yo callo y tú callas”.
Disfuncional
El calvario de los consanguíneos no era exclusivo. Las otras tres hermanas: “Maritza”, de 20 años y con una limitada capacidad cognitiva, “Mariela”, de 22, y “Adriana”, de 11, fueron presuntamente manoseadas y violadas por un tío y un abuelo.
Los expertos consultados destacan una serie de particularidades que tratan de explicar este tipo de maltratos: Las carencias emocionales, falta de acompañamiento institucional y desprotección de los miembros vulnerables de una familia. La negligencia, complicidad, indefensión e impunidad son algunos de los factores que surgen en esta y otras historias de abusos que no han sido expuestas.
Su madre Glenis Delgado, de 44 años, también presenta una condición intelectual restringida. Al parecer, fue amedrentada por sus familiares, quienes amenazaban con botarla del hogar de sus padres para que guardara silencio
ante los maltratos. El padre, Eligio Bravo, no vivía con ellos y se desentendió de sus responsabilidades desde octubre, cuenta Marín.
“No hay un nexo amoroso, un vinculo afectivo que te involucre con el otro para que lo cuides. Al final una familia es un grupo que se cuida unos a otros”, detalla la psicóloga clínica, Carolina Montero, quien agrega que como grupo social evitamos las situaciones que pueden generar algún problema.
“Para qué me involucro, si eso me va a causar problemas y me voy a ganar un enemigo. Terminamos siendo como zombis, cada quien camina por caminar y afronta sus vivencias particulares”.
González sustenta esa hipótesis y añade: “Cada vez más estamos en una indefensión aprendida, que es cuando a mí me pasa algo, me defiendo y no se me da respuesta. La sociedad venezolana está como dormida, ya no denuncia porque siente que está huérfana y no vale la pena quejarse”.
La falta de instituciones que apoyen a una familia pobre, cuyos integrantes necesitan cuidados especiales, ocasiona que este tipo de casos se agudicen porque son expuestos a las injusticias. “Necesitas una red que te soporte cuando tienes este tipo de limitaciones cognitivas. En un contexto de pobreza donde nadie tiene apoyo, solo cuentas con la familia y si tu grupo no te garantiza un mínimo de justicia o redistribución de lo mucho o poco que tengan, nadie te lo garantiza”, destaca Sánchez.
La socióloga agregó que las sociedades modernas se soportan en lo institucional, no en sus conocidos o vecinos. En este sentido, “el venezolano está muy solo, sobre todo es más vulnerable aquel que es pobre”.