Don Bosco: una escuela sin dolientes e improductiva
Ya casi nada queda en sus tierras. Una inundación, además de la crisis actual del país, fue el detonante para que el Centro de Aprendizaje Agrícola Don Bosco decayera. Desde la disminución en los ingresos del alumnado hasta la escasez de materia prima para la producción son las causas que afectan a parte de la población de El Molinete, en Carrasquero, Mara.
Don Bosco, escuela de renombre dirigida por un grupo de salesianos y con una capacidad para unos 400 alumnos, abastecía a una población de poco menos de 65 mil habitantes. Hoy, a duras penas, producen para autoabastecerse.
Dennis Mejías, subdirector de la institución, cuenta cómo poco a poco las áreas de producción y convivencia de la escuela se deterioraron con el tiempo. Su estructura data, al menos, de 50 años, y aún se observan los antiguos ventiladores de techos, un poco oxidados y forzados al girar.
En un pasillo largo e iluminado, rodeado de los dormitorios de 80 jóvenes con closets diseñados a su estilo, unos escriben mensajes y otros simplemente dibujan en ellos. Al finalizar las jornadas de actividades, unos se van a casa y otros permanecen en la institución hasta fin de año. ¿Las razones? Muchos no tienen cómo regresar y otros, simplemente, les gusta estar allí.
En tiempos productivos el ambiente era más amable. Tenían 580 hectáreas solo para ellos, su ganado, para plantas y las cosechas. El día se pasaba entre ordeñar vacas, alimentar cerdos y pescar cachamas, entre otras acciones. Diez áreas de producción agrícola servían de ingresos para ellos y sus encargados, además de abastecer a parte de la población adyacente.
Mejías contó que en un día fructífero y gratificante se podían adquirir unos mil litros de leche, cestas de huevos, sacos de hortalizas, además de la venta de peces y cerdos a los productores. Eso significaría una gran suma de dinero que recibía el colegio para la inversión en materia prima, restructuración, alimentos y proyectos escolares.
Rebelde naturaleza
Pero en 2010 fuertes precipitaciones acabaron con parte de la historia. Una inundación que afectó gran parte de la escuela dejó varias de las áreas sin sus frutos, como las huertas, las lagunas de piscicultura, la cancha deportiva, varios salones de clases y los dormitorios de la planta baja.
Todo se vino abajo a causa de la rebelde naturaleza y, con la fe puesta en Dios, los salesianos y su grupo de jóvenes motivados salieron adelante. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, la crisis económica y social venezolana derrumbó el sueño.
Los costos de la materia prima para la producción de la horticultura aumentaron, los alimentos para las ponedoras no se encontraron más y el precio de las hormonas para peces aumentó; asimismo, la reducción del número de alumnos, parte del ganado que murió y las estructuras quincuagenarias se deterioraron progresivamente.
Al menos esas son las explicaciones que ofrece el joven, quien funge como autoridad del colegio. “Ya no podemos abastecer a El Molinete. Antes llevábamos sacos de maíz, tomate y cebollín entre otras hortalizas. También las cajas de huevos. La leche se la vendíamos a la compañía de Parmalat, ellos la trataban y la vendían. Los árboles también nos generaban ingresos porque se lo vendíamos a Carbones del Guasare y ellos lo utilizaban para reforestar”.
Escasez que desalienta
El encargado contó que actualmente la materia prima para sembrar vegetación es sumamente costosa. Tampoco se encuentran los fertilizantes. De 200 vacas solo quedan 140 y no reciben los suficientes nutrientes en la alimentación como para producir gran cantidad de leche. Solo alcanza para el consumo propio.
De las dos mil 700 gallinas, solo quedaron 200. La mayoría se vendió porque no producían huevos y la otra las sacrificaron para abastecerse. La producción porcina mermó, solo quedan 100 cerdos y se usan para reproducción, venta y consumo. Igualmente, la parte de piscicultura se ve limitada. “Se nos dificulta conseguir las hormonas para la reproducción de los peces. Su precio no ayuda”.
"Toda esta situación ha afectado nuestra producción. Las gigantescas maquinarias de campo se dañaron. No hay repuestos. Hay un bus que servía para casi todo, pero se le dañó una pieza y ahí quedó”, contaba el joven con desaliento. “Ese tractor no tiene motor y solo por eso no se pudo utilizar más”, expresaba mientras salía del taller.
Mientras caminaba por las extensas áreas del campo decía que lamentaba no poder distribuir en los supermercados del pueblo. “Solo es para el consumo nuestro”. Aún así, agradece a Dios por tener aún el internado de pie.
Campo laboral limitado
En cuanto a la reducción de alumnos, relató que “no muchos jóvenes están interesados en las áreas del campo. Cuando salen de acá su área laboral es muy limitada. Aseguran que no tienen muchas oportunidades como agricultores, por lo que deciden dedicarse al bachaqueo o contrabando, así como otras actividades informales que ellos creen les dará mayores ingresos económicos”.
Antes el internado recibía jóvenes de Amazonas, Barinas y Maracaibo. Tenía más de 400 alumnos entre internos y seminternos, pero ahora solo quedan 60 internos. Esto los motivó a ingresar jóvenes femeninas a la matrícula. Según Mejías, pretenden activar nuevas áreas de producción con productos alternativos, como queso, mantequilla, dulces, entre otros. “Cosas que podamos producir con nuestra propia materia prima o la que nos queda”.
Recalcó que pese al monto que reciben por cada estudiante, la institución no logra cubrir más que las necesidades de su grupo.
“El Programa de Alimentación Escolar (PAE) aún nos llega, pero no es suficientes para abarcar la comunidad estudiantil que alberga la institución”.
Hace un tiempo recibieron una colaboración de la Gobernación del Zulia que utilizaron para pintar el colegio e invertir en su mantenimiento. Se desanimó al alegar que esa ayuda no es muy constante y que no proviene de diversas autoridades. “A veces las comunidades nos aportan dinero para los jóvenes y nosotros lo invertimos en los que nos haga falta para mantener el colegio”.
El salesiano Mejías, exalumno de la institución y ahora encargado de gran parte de las actividades de Don Bosco, con esperanzas en sus breves palabras, expresó que le gustaría fortalecer las áreas de producción, como la bovina, porcina y la piscicultura, pues eso lograría el interés en los más jóvenes.