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Cristina de Camilli: “Con la cocina le conseguí un propósito a mi vida”

La chef marabina-alemana, quien empezará a ofrecer recetas a los lectores de Versión Final, es una apasionada de la panadería que sueña con dar talleres de sushi y pastelería con su forma didacta de enseñar

La cocina es un mundo tan grande que jamás se deja de aprender e innovar. Pero esa inmensidad no se compara con el ímpetu que caracteriza a la chef Cristina Liebster de Camilli, una marabina-alemana apasionada por las artes culinarias y que lleva en sus venas el don de enseñar.

De sus “héroes”, el venezolano Sumito Estévez y la argentina Narda Lepes, aprendió que la gastronomía es un arte extraordinario. “Toda mi vida me ha gustado cocinar pero cuando la conocí profesionalmente le conseguí un propósito a mi vida”, comenta a Versión Final durante una visita a su impecable cocina.

Aunque no estaba dentro de sus planes de vida ser una cocinera profesional, el estar casada con un hombre italiano la llevó a especializarse empíricamente sobre cómo hacer un montón de pastas y salsas, y conocer la riqueza cultural de Italia.

Tengo un esposo italiano. Eso dice mucho”, expresa entre risas. “Todo comenzó a partir de eso. Los ingredientes para él, la calidad de la comida, es muy importante. También me dediqué a mi casa y no le di ese trabajo a nadie y siempre tuve la espinita de que quería hacer un curso de cocina”, comenta.

Liebster de Camilli, quien empezará a ofrecer deliciosas recetas a los lectores de Versión Final, se graduó de Chef Internacional en el Centro Educativo Culinario Concasse, en Maracaibo, en 2019. Y con honores. “Me encantaba. Cuando haces las cosas en el momento oportuno todo es diferente”, refiere.

Ahora da clases todos los sábados en esa que fue su escuela gastronómica y sus alumnos la adoran por su forma tan didacta de educar.

“Inventando se crean cosas muy buenas”

"Cuando te sabes las técnicas puedes empezar a inventar. Cuando sabes que la técnica de un sellado es que la temperatura esté bien alta en el momento que vas a agregar la carne y que esa carne debe estar a temperatura ambiente, puedes hacerlo con un cerdo, con pollo, y puedes crear cosas nuevas”, manifiesta.

Pero, asegura la chef, “no es solo aprender las técnicas de cocina, porque cuando te vas a cualquier parte del mundo son otras maneras, otras comidas, ingredientes, hay infinidad de frutas exóticas”.

Recuerda que estuvo en Dubái en dos oportunidades y visitaba a diario el mercado internacional Gold Souk, y pasaba horas recorriéndolo. “Era fascinante la cantidad de especias que hay que uno no tiene idea”, precisa.

Inventando se crean cosas muy buenas”, afirma, mientras enseña al equipo reporteril cómo preparar un rico ponche crema tradicional casero.

Aunque le gusta la cocina italiana y la francesa, y quiere estudiar la asiática, su pasión es la panadería. “Las masas tienen tanta vida, ellas se comportan de manera diferente y es siempre como un reto para mí”, menciona la médico de profesión.

También le gusta la repostería pero a esta especialidad le costó más llevarle el ritmo porque, asegura, es muy “inventora” y en el mundo de postres hay que ser muy precisos con las recetas, al igual que el panadero, donde todo se rige por gramos.

En su cuenta de Instagram @cristicamilli, la cocinera marabina comparte sus recetas con sus amigos y seguidores. “Uno no puede ser egoísta con eso, ¿acaso soy la única que hace estas cosas?”, se pregunta.

De chef a maestra

A de Camilli le gusta cocinar con música y aplicar el “mise en place”, que significa organizar todos los ingredientes de la receta para no olvidar ninguno y tener todo a la medida.

Esto lo aprendió en sus primeros talleres de cocina realizados hace 7 años en al Centro de Estudios Gastronómicos Alejandro Magno (Cegama). Más tarde, decidió irse a Concasse, de donde egresó. Desde entonces, para cada comida que va a preparar debe ejecutar esta estrategia de orden.

En su escuela, señala, empezó aprendiendo la cocina francesa, “la más difícil, la de mayor cantidad de técnicas”. Pero es necesario iniciar por las bases.

Al graduarse, le propusieron dar clases a los alumnos del centro gastronómico, lo que aceptó sin dudarlo. “Me encanta la docencia, me encanta enseñar y que me entiendan. Porque una cosa es dar clases y otra es que te entiendan. Cuando el profesor se esmera todo es diferente”, opina.

Todos los sábados lidera los cursos; está encargada de una de las cocinas e instruye sobre técnicas básicas culinarias.

Mis alumnos me quieren mucho y les gustan mis clases, eso es muy bonito, es una de las cosas que más me llenan, saber que les gusta tu manera de explicar, que quieren seguir contigo. Me da mucha emoción”, expone con una sonrisa en su rostro.

Además de sus clases en Concasse, imparte sus conocimientos a particulares a domicilio como un oficio extra.

Propósito de vida

La chef no tiene aún una marca registrada pero no se cierra a la posibilidad de abrir un restaurante donde sea jefa de cocina o un sitio con su nombre. Por ahora, sigue enfocada en seguir enseñando con lecciones súper didactas.

“Entre mis metas está seguir dando clases, me gusta más. No me he abierto a hacer cosas en grande porque, primero, necesitas asesoría, y segundo un lugar. Todo tiene un proceso”, argumenta.

Sueña con tener un lugar para dar talleres de sushi, de panadería básica y avanzada, de galletas para quienes quieran iniciar su emprendimiento, o de pastelería básica.

Aun no vendo nada pero con la cocina le conseguí un propósito a mi vida. Lo que tengo que hacer todos los días, abrazo mi faena con el amor, y me divierto”, añade.

La jefa de cocina aconseja a las amas de casa que, para hacer divertido el momento de preparar desayunos, almuerzos o cenas, preparen “cosas diferentes” para que “no sea tan aburrido”.

“Hacer cosas diferentes es lo divertido de todo esto, por eso me gusta cocinar diferente todos los días. Para sentir que hay un propósito y que no es solo comer porque nos da hambre”, indica de Camilli.

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