El diario plural del Zulia

Constitución Bolivariana, la última huella de Chávez

En el chavismo crítico, la Asamblea Nacional Constituyente que convocó el presidente Nicolás Maduro es sinónimo de traición al expresidente Hugo Chávez y al que consideran su mayor legado institucional: la Constitución Bolivariana de 1999.

Héctor Navarro, exministro de Educación del fallecido mandatario, aclara que una cosa es consultar las ideas de los ciudadanos por sectores para tomar en cuenta sus aportes; pero la redacción de nuevo pacto social, es otra: se trata de una decisión que afecta a todos los venezolanos.

“Yo no creo que sea conveniente, no creo que sea constitucional; y más aún, creo que no es democrático. Igualito lo intentaron los regímenes fascistas: sectorizando, corporativizando. Creo que esa no es la vía”.

Esta convocatoria, advierte, le pone a la oposición “en bandeja de plata” la posibilidad de restituir la Carta Magna de 1961, con lo que Pdvsa quedaría desprotegida de una privatización y desaparecerían todos los derechos sociales —incluidos los de los indígenas— consagrados en la Constitución Bolivariana. También le abriría las puertas a la explotación indiscriminada del Arco Minero del Orinoco.

“En esa maniobra de huir hacia delante, el presidente Maduro está arriesgando demasiado. Aunque al final, creo que no le importa”.

Un enredo

Navarro también alertó sobre un “enredo” en las las del Gobierno en torno a la Constituyente. Hermann Escarrá, experto en derecho constitucional —“y paladín del Gobierno”, en su opinión— explicó el lunes en VTV que Maduro no propone “sustituir” la Constitución de 1999. Al contrario, lo que pretende es “que las formas de gestión de Gobierno puedan ampliarse con rango constitucional”.

Pero el artículo 347 de la Constitución Bolivariana expone claramente que el pueblo venezolano es depositario del poder originario, y en ejercicio de su poder puede activar una Asamblea Constituyente con el objeto de “transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.

Aún si Maduro quisiera homenajear a Hugo Chávez con una nueva Constitución, explica Navarro, tendría que proceder como su padre político lo hizo el 25 de abril de 1999: preguntándole a los venezolanos a través de un referendo si aprobaba la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y si estaban de acuerdo con los términos de su propuesta.

Estas fueron las dos preguntas: –¿Convoca usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propó- sito de transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una Democracia Social y Participativa?

–¿Está usted de acuerdo con las bases propuestas por el Ejecutivo Nacional para la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, examinadas y modificadas parcialmente por el Consejo Nacional Electoral en sesión de fecha marzo 24, 1999, y publicadas en su texto íntegro, en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 36.669 de fecha marzo 25, 1999?

Para que la invitación del mandatario tenga validez, tendrá que contar con la respuesta afirmativa de la mayoría de los venezolanos, a través de una votación en los términos que establece la Carta Magna de 1999 en su artículo 63: “libre, universal, directa y secreta”. De lo contrario, señala Navarro, Maduro estaría usurpando la soberanía del pueblo.

“El mayor legado de Chávez es la Constitución, la institución fundacional de la República, el pacto social de los venezolanos. Todos los venezolanos recordamos a Chávez con la Constitución. Y este es el paso más certero para acabar con el legado de Chávez. Es la forma más acabada de la traición”.

En desuso

Clíver Alcalá, mayor general (r) del Ejército y participante en la rebelión militar de Chávez, recuerda que Maduro ha gobernado durante los últimos 17 meses por medio de un estado de excepción, sin regirse por los preceptos del pacto social.

“La señal que se dio con las sentencias 155 y 156 del TSJ, era la máxima expresión, junto con el arco minero, de no querer esta Constitución porque no está a la medida del abuso que él pretende”. 

Este proyecto constituyente, apunta, no se concibió para hacer pequeños cambios a la Constitución Bolivariana. Pueden correr peligro, por ejemplo, derechos ambientales para proteger el arco minero del Orinoco con cuya explotación el Gobierno nacional prevé obtener los recursos que por vía de la renta petrolera ya no encuentra.

“Maduro está ganando tiempo, actuando personalmente. Todo lo que aparece en la Constitución que Maduro crea que va en contra suya, va a ser eliminado. El proceso revocatorio lo negó porque iba contra él”. 

Alcalá descarta que una constituyente solucione la escasez de alimentos y medicinas, y la inflación que aquejan al venezolano. La clave, al contrario, está en aplicar la Carta Magna vigente y profundizar la participación democrática del pueblo. Sin embargo, reconoce que la Constitución Bolivariana tiene algunas fallas que corregir, como la reelección indefinida.

“Habrá que eliminar la última enmienda que fue impuesta también, independientemente de que haya estado el comandante Hugo Chávez en sus cabales para ese momento. Pero fue una imposición. No fue de abajo hacia arriba, sino de arriba hacia abajo. Y eso, en democracia, es un fracaso”.

 

 

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