Caraballo: “Dirigir la Basílica ha sido un trabajo arduo”

Los retos no han faltado en los 25 años de ejercicio sacerdotal del arzobispo auxiliar de la diócesis de Maracaibo, monseñor Ángel Caraballo. Para el padre ser sacerdote es “una misión de fe” en la cual se consagra la vida a Cristo y a un servicio incansable.
En la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá y acompañado por el arzobispo de Maracaibo, monseñor Ubaldo Santana, el presbítero celebró sus cinco lustros como sacerdote.
Reconoció que encargarse del templo chiquinquireño “ha sido un trabajo bastante arduo, pero también lleno de muchas satisfacciones y alegrías con los diferentes grupos que hacen vida en la Basílica”.
Caraballo se ordenó un 7 de diciembre de 1991, a sus 26 años, en Ciudad Guayana, Puerto Ordaz. Desde niño sintió la vocación pastoral: con catecismo en mano y, con mucho respeto, jugaba con sus hermanos menores a oficiar la Santa Eucaristía.
“Me cuenta mi mamá que me ponía una bata de biología y me ponía a celebrar la misa con galletas. Desde pequeño tuve esa inclinación y poco a poco el Señor me mostró que quería ser sacerdote”.
Rememoró que desde que hizo su primera comunión, a los 8 años, siguió colaborando en la iglesia.
Esperando nuevo párroco
Monseñor Santana expresó que aún no nombrará a un párroco definitivo para la Basílica. “Creo que va a pasar un tiempito para eso”, dijo. Recordó que el padre Ángel está provisionalmente a cargo, “pero no se puede quedar porque su oficio de obispo no se lo permite”.