Pachamama recibe 2017, por Rubia Luzardo

Bienvenido dos mil diecisiete, los hijos de la Pachamama te recibimos con optimismo y esperanza de un cambio en la visión de los que gobiernan nuestros países en América, lo cual conduzca a un mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores, con políticas sociales acordes a las demandas de la región, requerimos un desarrollo de nuestras naciones con tratamiento sustentable del ambiente, y los territorios reconocidos por la iglesia católica, a través del santo padre Francisco, en su encíclica Laudato Si’ como “La casa común”.
En las diferentes concepciones sobre la tierra encontramos que la mayoría comparte una visión de gura protectora y proveedora, al considerarse que esta brinda abrigo y los elementos necesarios para la vida, porque hasta la medicina que cura enfermedades brotan de esta. Pachamama proviene de la lengua quechua, “pacha”, traduce literalmente tierra y “mama”, significa madre.
Es importante reconocer que para los grupos indígenas la “madre tierra”, es el centro del todo, en la cual se con gura su visión del mundo, por ello, la naturaleza es sagrada para la vida de todos los humanos, su función en proteger y proveer de todo lo necesario para la subsistencia como el agua, los alimentos, las medicinas, la interacción e integración social. Recordemos también que existe una relación entre esa “madre tierra” telúrica y lo cosmogónico, para armonizar vida terrena y otros “mundos”.
En este caso, vivir implica desarrollarse en equilibrio natural con todos los seres dentro de una comunidad, es importante resaltar que en la visión occidental los conceptos de democracia y ciudadanía son muchas veces excluyentes, porque solo se considera la participación de la persona o la comunidad, no a la naturaleza, y esta tiene mucho que aportar a la conformación de los valores en sociedad.
Sería muy interesante empezar a observar la voluntad política de los gobiernos de América, por integrar en sus políticas sociales esta visión del ambiente, “madre tierra” o “casa común” como lo de ne la Iglesia Católica. Y más en estos tiempos que la tierra atraviesa dificultades derivadas del cambio climático.
Por ello, en este nuevo año que inicia, también renovamos nuestro compromiso en su cuidado y el mejor tributo sería sembrando un árbol, cuidando el uso del agua como la sangre que brota de la tierra, en el marco de valoración y respeto a la madre tierra. Entre otras acciones que aporten a un equilibrio ambiental. Una mirada fraterna que provenga, no solo de las comunidades nativas, sino también se convierta en una acción ciudadana compartida, el mejor espacio por empezar sería nuestro entorno próximo como la ciudad de Maracaibo, comunidad, condominio o residencia.