Época para reflexionar y enmendar, por Werner Gutiérrez Ferrer

Estamos a pocas horas de la Noche Buena. No exagero al afirmar que esta será una de las Navidades más duras que a los hogares venezolanos nos haya tocado vivir por la imposibilidad de colocar en nuestras mesas el plato navideño que tradicionalmente une a nuestras familias cristianas en la espera de la celebración del nacimiento del niño Dios.
En estas horas, rodeados por un mágico ambiente, nuestros corazones se impregnan de los más nobles sentimientos. Se nos abre entonces una oportunidad única para refl exionar sobre el comportamiento que como individuos, y como miembros de la sociedad hemos asumido ante las necesidades insatisfechas de alimentos de un pueblo que pide al unísono la construcción de soluciones efectivas a sus carencias. No podemos ser indiferentes frente al reclamo angustioso de casi 24 millones de venezolanos que durante la noche “hacen del hambre una almohada” por haber alcanzado a ingerir en el día solo dos, o inclusive una comida.
Como cristianos, no podemos sentirnos ajenos a esta realidad. Por eso he sido terco hasta el cansancio en la repetida denuncia sobre las condiciones adversas en las cuales han sido colocados agricultores y ganaderos, acorralados por la inseguridad, inexistencia de agroinsumos, y la falta de rentabilidad en sus unidades de producción, impidiéndoles ofrecer los alimentos que necesita nuestro pueblo.
Es propicio este momento para recordar a los académicos de las universidades lo establecido en la constitución nacional, sobre el deber de actuar como orientadores de la sociedad venezolana. No hacerlo, sería traicionar la confianza que el pueblo ha depositado en sus casas de estudio. Igualmente, nos corresponde a los egresados de sus aulas el abrir los espacios de reflexión. Hoy como nunca nos corresponde dar un paso adelante. Es nuestro deber dejar de ser habitantes de un país, y convertirnos en ciudadanos responsables de esta gran patria que día a día ve incrementar los niveles de conflictividad social, sumergidos en una anarquía que amenaza con llevarse a su paso lo que aun nos queda de pie, dentro del sistema agroalimentario nacional.
Me honra el poder acompañar a los gremios agropecuarios y empresariales en una posición cívico constructiva, frente a la caída interna en la producción de alimentos debido a la destrucción del sector primario y secundario de la economía nacional, como consecuencia de la implementación de un modelo agrícola económico ineficiente y fracasado, por parte del Gobierno.
Venezuela entera nos reclama, le urge, que gremios de productores, sector empresarial, académicos y profesionales, enmendemos errores, redefinamos nuestros pasos, uniendo talentos y fortalezas para presentarle a la sociedad civil las alternativas que le permitan superar este fatídico momento de su historia. Es Navidad, época en la cual los sueños, se transforman en hermosas realidades. ¡Sí se puede!