El diario plural del Zulia

Héctor Manrique se desangra en el diván

“Yo estoy bien”, retumbaba una voz el pasado miércoles en el Teatro Baralt. Se enciende la luz y aparece Edmundo Chirinos —representado por Héctor Manrique— en la pieza teatral Sangre en el diván.

Paredes blancas, un diván del mismo color, un perchero y una cadavera, son algunos de los elementos presentes en la escena inspirada en la vida del polémico psiquiatra venezolano. El monólogo se basa en el capítulo El delirio, del libro homónimo de la periodista Ibéyise Pacheco.

Con aires de grandeza y un ritmo acelerado al hablar, Chirinos con esa su fascinación por la muerte y la locura. Miradas fijas e improvisaciones incluyen a los espectadores en la pieza teatral. Habla de eventos en los que él es el protagonista de acontecimientos transcendentales en los últimos 60 años del país.

La arrogancia y la sonrisa macabra con la que Manrique cita textualmente las palabras confesadas por Chirinos a Pacheco, hacen creer que es el mismísimo personaje en la vida real.

Luego de hacer un recorrido por su impecable currículo como rector de la Universidad Central de Venezuela, candidato a la Presidencia de la República, diputado a la Asamblea Constituyente y médico psiquiatra de la pareja presidencial Chávez-Rodrí- guez- delira y relata su vida amorosa.

Con picardía, posa sus ojos en una veinteañera del público y le con esa: “pero estás muy vieja para mí. Me gustan más jovencitas”. Se describe como un hombre codiciado con un encanto especial, ante el cual ninguna mujer se puede resistir.

Con una actitud errática narra su versión frente al asesinato de Roxana Vargas, estudiante de periodismo, crimen por el que fue condenado, pese a que nunca se declaró culpable.

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