El diálogo se inició, por Hugo Cabezas

La sensatez se impuso. La perseverancia, no hay duda, es una extraordinaria consejera en la política y para los políticos: persevera y vencerás. El diálogo se inició, aunque algunas voces agoreras sigan torpedeándolo, son los menos, calicheros y manetos de la política; no saben que la política es un arte, por tanto, no saben hacer política; andan del timbo al tambo, con un micrófono en la mano, persiguiendo a los fotógrafos y camarógrafos de los medios de comunicación para que sacien sus ímpetus narcisistas; su guía son las tesis de Eudomar Santos: como vaya saliendo, vamos viendo; son dirigentes prefabricados, producto del marketing o mercadotecnia. El presidente Nicolás Maduro, perseveró y venció.
El diálogo se inició, un nuevo aire comienza a respirarse, se disipan las angustias, la incertidumbre se desvanece, resurge la esperanza. El diálogo se inició, Venezuela retoma su grandeza, los venezolanos comenzamos a mirarnos de otro modo, comenzamos a sentir que somos una misma familia. El diálogo se inició, pero no está exento de riesgos. Al respecto bien valen algunas reflexiones. La primera, necesario es entender que no hay democracia sin diálogo. La segunda, la democracia no es un momento en la vida de los pueblos es, por tanto, una forma de vida. La tercera, la democracia es un constante estar haciéndose, es un proceso, la democratización de la vida en sociedad. La cuarta, el régimen democrático es, de tal manera, mucho más que un sistema político. Si no entendemos estos principios, no lograremos entender la importancia del diálogo para la democracia. Al diálogo lo apostamos todo.
Si lo que se democratiza es la sociedad, la vida de los pueblos, ello supone, entonces, que la coyuntura que vive nuestro país está determinada por la confrontación existente entre dos formas de concebir la democracia, la vida toda de nuestra patria. De un lado, quienes siguen concibiendo la democracia como una forma de gobierno y, del otro, quienes creemos que esta es una forma de vida. De un lado, quienes siguen creyendo que lo que da sustento a la democracia son solo sus instituciones, por tanto, el régimen representativo, partidocrático, de élites, de concertación pactada, es el modelo a seguir; y, quienes creemos que el sustento de la democracia es el pueblo en ejercicio de sus funciones de sujeto fundamental de la sociedad, el pueblo participante y protagonista, por lo que, el pacto social, debe hacer de la igualdad, la libertad y la felicidad la razón de ser del régimen democrático.
Esa es la discusión de fondo. Pero ese, aunque implícito, no será el tema que se aborde de manera directa, en el diálogo recientemente iniciado. Los cuatro temas acordados para darle continuidad al diálogo gobierno-oposición, nos dice que el mismo tendrá como objetivo fundamental avanzar en un acuerdo de respeto y el cumplimiento de la Constitución Bolivariana. La gobernabilidad democrática no puede ser alcanzada, sino se respeta el orden constitucional de una nación. La oposición puede estar en desacuerdo con la Constitución Bolivariana, como en efecto lo ha estado desde su aprobación en 1999, lo que no puede es desconocerla, violarla, irrespetarla, no puede colocarse al margen de ella. El dato histórico nos dice que la Constitución de 1961, cuya aprobación no fue consultada al pueblo venezolano, fue respetada por todos los sectores de la sociedad venezolana; y que, de manera contradictoria, quienes la violaron, fueron algunos gobiernos del régimen partidocrático puntofijista.
Somos optimistas. La paz democrática nos conviene a todos. Es por ello que, en las mesas de trabajo del diálogo, los dirigentes del gobierno y la oposición, tendrán que hilar no. El país todo así lo exige. Las voces agoreras que siguen en su ebriedad golpista, cada vez son menos, con toda seguridad, la soledad será su única compañera. Roguemos a Dios que así sea.