El diario plural del Zulia

Román Ibarra | El Papa León XIV

Felicidad total; alegría plena; amplia esperanza, y paz espiritual fueron las sensaciones que abordaron a la ciudadanía universal, y a la feligresía católica alrededor del mundo, a juzgar por la multiplicidad de testimonios de júbilo que se han venido expresando desde el momento en que se conoció la buena nueva. 

El Espíritu Santo habló claro, e iluminó a los distinguidos miembros del Cónclave Cardenalicio, para elegir en breve tiempo a quien viene a ser el nuevo sucesor de Pedro; el Vicario de Cristo en la tierra; el pastor de las almas católicas, pero también al Jefe de Estado del Vaticano, es decir, el epítome de las más altas, y delicadas responsabilidades.

Emocionante y esperanzador el discurso del PAPA(Petri Apostoli Potestamen Accipiens –el que sucede al Apóstol Pedro-), y sus primeras palabras –al igual que Jesús en su resurrección- ¨La Paz sea con todos ustedes¨. Lo hizo en español, a pesar de su origen norteamericano, pues nació en Chicago, pero como es ampliamente conocido, ha sido un obispo misionero a quien correspondió ejercer su sacerdocio con pasión en lugares distantes, y distintos a su tierra natal; en este caso como el Perú, cuya nacionalidad adquirió.

Haberse hecho peruano habla mucho y habla muy bien de su condición humana, y su preferencia u opción por la causa de los más necesitados, precisamente en el Chiclayo-Perú, quinta  ciudad del país, donde existen grandes necesidades en el orden socioeconómico, pero también espiritual, a la que le dedicó al menos dos décadas de su misión sacerdotal. 

Robert Francis Prevost, el PAPA número 267 de la Iglesia Católica, es el primero procedente de los Estados Unidos, lo cual, habla también de una suerte de desafío al Cónclave, compuesto por 133 Cardenales quienes lograron su decisión anunciada con el humo blanco tradicional, en apenas dos días de deliberaciones, y votación secreta dentro de la Capilla Sixtina. No ha trascendido quienes de los otros considerados Papables estuvieron en medio de las deliberaciones cardenalicias.

Particularmente conmovedor fue ver al PAPA León XIV intentando contener su alegría y emoción, para evitar el brote de las lágrimas que se hacían presentes en sus ojos, y del mismo modo, el profundo impacto que su presencia en el balcón producía en los presentes en la Plaza San Pedro, especialmente en los niños que no ocultaban su emoción; contagiosa por cierto, incluso para quienes asistíamos a su exaltación desde la transmisión televisiva a larga distancia.

De muy amplia formación como Matemático; Ingeniero; Teólogo; Dr. En Derecho Canónico, y políglota, promete un ejercicio de altura que abre grandes expectativas y esperanzas para la humanidad en un mundo cada vez más problematizado y convulso; inmerso en un conjunto de guerras militares; económicas; raciales; arancelarias; sociales; culturales, pero también religiosas que deberá atender con equilibrio; sabiduría; paciencia, y también con firmeza, en su condición de Sumo Pontífice de la iglesia de más de 1.300 millones de católicos en el mundo, pero también como Jefe de Estado del Vaticano, en medio de los delicados, precarios, e incomprendidos equilibrios que exige su misión como PAPA.  

El periodista de origen judío, José Levy, relatabaemocionado desde Roma acerca de la importancia de la elección del nuevo PAPA, por el hecho de ser norteamericano, pero también peruano, luego de 1.300 años de representaciones Papales europeas, frente a la posibilidad de crear puentes con Washington, en el sentido de que los jefes del gobierno, comenzando por el Presidente Trump; el Vicepresidente J.D. Vance, así como el Secretario de Estado Marco Rubio, son todos católicos, lo cual podría abonar positivamente para el diálogo y acuerdos a  favor de causas sensibles  como el tema migratorio.

Por su parte, el Dr. Juan Miguel Zunzunegui (mexicano), nos relata la importancia simbólica de haber adoptado el nombre de León XIV, pues deriva de León I, o León Magno, quien logró enfrentar y controlar al líder de los Hunos, Atila en la destrucción y arrase de Europa, y de Roma en el año 453. Luego del diálogo sostenido entre ellos, y cuyo contenido se desconoce, lo cierto es que Atila se retiró, con lo cual, el PAPA León Magno, salvó a la Iglesia Católica. 

Del mismo modo, nos relata la importancia del PAPA León XIII (antecesor de León XIV), quien fue PAPA en las postrimerías del siglo XIX, y comienzos del siglo XX, sustituyendo al muy conservador Pio Nono (Pio IX) el del Concilio Vaticano I, para acometer la modernización a la Iglesia Católica con su encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas), la primera encíclica social de la Iglesia Católica, publicada en mayo de 1891. En ella, el PAPA León XIII dejaba constancia de su apoyo y respeto al derecho laboral, pero también reafirmaba su apoyo a la propiedad privada, y promovía una nueva relación entre el gobierno; las empresas; los trabajadores, y la Iglesia, a través de una mejor organización socioeconómica.

De allí, que el simbolismo que representa la adopción del nombre de León XIV, pudiera anunciar el tenor de lo que será su pontificado. 

Por nuestra parte, fieles católicos de siempre, según la religión de nuestros bisabuelos; abuelos; padres, y que ahora también profesan nuestros hijos, no podemos sino sentir profundo orgullo, y genuina emoción por la elección del PAPA León XIV, a quien –vista su juventud- auguramos un largo y venturoso pontificado.

Hemos de confesar que al verlo y oírle hablar en la Plaza San Pedro, sentimos la misma emoción que cuando ocurrió la elección de quien hoy es San Juan Pablo II, el favorito  nuestro de siempre. Bienvenido Santo Padre León XIV; denos su bendición. Amén.

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