Elección del nuevo papa no es una disputa meramente política: Conozca las tendencias con voto

La elección del sucesor del papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril, está en marcha tras el inicio del cónclave este 7 de mayo. Aunque se reviste de ritualidad religiosa y se ampara en el dogma de la inspiración divina, se trata también de una decisión profundamente política, en la que intervienen intereses, alianzas y tensiones dentro de la jerarquía de la Iglesia católica.
Encerrados en la Capilla Sixtina, los 135 cardenales con derecho a voto, el límite es de 80 años, comenzaron ya las sesiones de votación. Lo hacen tras semanas de discretos encuentros informales y diálogos previos en los que se fueron tejiendo pactos, propuestas y, sobre todo, disensos, reseñó la BBC.
Para que un candidato alcance el papado, necesita el respaldo de al menos dos tercios del cónclave. Es decir, no basta con ser favorito: hay que lograr una convergencia real entre las distintas corrientes que conviven en el seno de la Iglesia. Esto abre un espacio de deliberación intensa, en la que no solo se elige a un líder espiritual, sino que se define una dirección pastoral para el mundo católico.
No todos están de acuerdo con leer el cónclave en términos políticos. El sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, director del periódico O São Paulo, de la Arquidiócesis de São Paulo, rechaza la idea de que se trate de una elección similar a la de un parlamento. “Imaginar el proceso como una gran asamblea donde los diputados eligen a su presidente no es adecuado”, señaló en entrevista con la BBC. A su juicio, se trata de buscar un consenso sobre la propuesta eclesial más urgente para el mundo contemporáneo.
En ese contexto, Ribeiro Neto identifica dos grandes sensibilidades dentro del colegio cardenalicio: una que responde al clamor de sectores conservadores que anhelan un regreso a tradiciones más estrictas, y otra que desea una Iglesia más acogedora, cercana a los excluidos y marginados. Pero también aclara que no se trata de bloques rígidos ni de partidos religiosos.
Lo cierto es que el papa Francisco dejó una Iglesia transformada, pero no una sucesión claramente delineada. Aunque algunos nombres parecen herederos de su visión, como el italiano Matteo Maria Zuppi o el filipino Luis Antonio Tagle, los analistas coinciden en que no hay un "candidato natural". En contraste con Benedicto XVI, cuya cercanía con Juan Pablo II lo convirtió en favorito incluso antes de ser elegido, Francisco promovió un cuerpo cardenalicio más diverso y descentralizado, con fuerte representación fuera de Europa.
Ese mismo pluralismo es hoy una fuente de incertidumbre. “No sabemos si los cardenales serán fieles al proyecto iniciado hace 12 años. Porque el mundo ha cambiado, y la Iglesia también”, advierte el politólogo Vinicius do Valle Moraes, de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
Francisco también enfrentó resistencias internas que hoy tienen eco en corrientes de la extrema derecha global. Si los sectores contrarios a su legado logran unirse en torno a un solo candidato durante las primeras votaciones, podrían impulsar un giro hacia posiciones más conservadoras.
Por todo esto, el cónclave que se celebra estos días no solo elegirá al próximo papa: marcará el tono y la orientación que la Iglesia católica asumirá en una época de cambios profundos y desafíos globales. Las miradas del mundo, y de millones de fieles, están puestas en la chimenea de la Capilla Sixtina, esperando el humo blanco que anunciará al nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos.