El diario plural del Zulia

Rodrigo Rivera Morales | Los Salarios de hambre

Nos hemos enterado por diversas vías de las protestas de los trabajadores venezolanos. La clase trabajadora, en general, todas las personas que perciben un salario o sueldo, en Venezuela, la están pasando muy mal. Las erradas y nefastas políticas de la pandilla cívico-militar han pulverizado los salarios y sumido al estado de pobreza a la clase trabajadora. No solo han arruinado al Estado, sino que han arrastrado a la inmensa mayoría de la población a una situación crítica de sobrevivencia.

No hay duda que la dirigencia política en el poder ha cometido deliberadamente una traición y un permanente y sistemático fraude a la clase asalariada. Para alcanzar el poder demagógicamente enarbolaron las aspiraciones de los trabajadores, prometieron un paraíso. Recordamos las chacharas de Chávez, iniciador de la debacle, criticar profusamente la política de bonos que se realizaron en gobierno de Pérez y Caldera, obviamente, ocultaba que, paralelamente, había incrementos salariales y discusión de contratos colectivos. Esto lo decía en momentos que quería ganar popularidad, pues, una vez centralizado el poder y contar con el poder de las armas, su política fue de bonos y y desconocer el salario, a la clase trabajadora y a sus medios gremiales. Exprofeso realizó esta política para tener sometidos a los trabajadores con la asignación de bonos. Los fieles a su proyecto cobran, los contrarios no cobran.

Maduro y sus secuaces han mantenido y profundizado esa política del bono. Es una medida   anti obrera, anti salarial. Con este tipo de política se desconoce el salario como forma de remuneración del trabajo, dado que los bonos no tienen incidencia en el salario se desecha las justa prestaciones sociales y a la obtención de una pensión digna para la vejez. Es una política criminal contra los trabajadores. El que se decía provenir de la clase obrera (en realidad, maduro era un parasito sindical) ha resultado el mayor depredador de los asalariados. Los ha llevado a la peor catástrofe social del país.

Mucha de la clase trabadora venezolana ha tenido que salir del país. En mis giras académicas he encontrado trabajadores venezolanos en diversas tareas: camareros, recepcionistas de hoteles, taxistas, en empresas, en servicios de electricidad, en construcción, y múltiples oficios. No se quejan de los salarios, pero añoran regresar al país. Los que están dentro, un buen porcentaje, para sobrevivir manifiestan intención de ir la exterior y regresar cuando caiga la dictadura, otros prefieren seguir la lucha por sus reivindicaciones y y expulsar a la dictadura.  

Un país con salarios de hambre no es viable, está imposibilitado de progresar. Un gobierno que niegue las justas reivindicaciones laborales constituye un fuerte freno para la aportación de trabajo creador a la economía. No habrá incentivos y la gente buscará la forma de sobrevivir. Estamos de acuerdo con la consigna expuesta por los trabajadores el 1º mayo en las protestas, expresando que “Maduro enemigo dela clase trabajadora”.

Los que profesamos el humanismo cristiano entendemos que El trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. En sentido subjetivo es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que corresponden a su vocación personal. El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente.

Debemos recordar, como lo enseña la Doctrina Social dela Iglesia, que el salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Un salario es justo cuando es suficiente, no solo para cubrir al trabajador, sino, también las necesidades de la familia. En Venezuela la pandilla gobernante al pulverizar el salario comete no

El bienestar económico de un país se mide, principalmente, por el grado de satisfacción de la clase trabajadora, porque indica una distribución equitativa de la renta y justicia social. Por el contrario, un Estado sin bienestar, estado fallido, muestra un intenso deterioro de los salarios, calificados como salarios de hambre. No tenemos dudas que las protestas continuaran, los trabajadores y la población saben que la pandilla cívico-militar gobernante es la culpable de su pobreza y lucharan para desalojarlos del poder. Saben que mejorar sus salarios y lograr sus justas reivindicaciones debe ser en un escenario de libertad sin tener las bayonetas apuntándolos. La lucha es ¡Hasta el final!

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