¡Medio Oriente teme escalada! Lluvia de misiles entre Israel y Hezbolá agrava guerra de Gaza
Según reporta Reuters, se confirmaron al menos tres muertes en el Líbano y una en Israel, donde la agencia indica que los daños parecían limitados. El primer ministro Benjamin Netanyahu advirtió: “Este no es el final de la historia”. Las víctimas de las hostilidades de las últimas 48 horas siguen tiradas en las carreteras, donde continúan los combates, o atrapadas bajo los escombros, informaron las autoridades
A primera hora del domingo, el grupo paramilitar Hezbolá lanzó cientos de cohetes y aviones teledirigidos contra Israel.
Como respuesta inmediata, el ejército israelí afirmó haber atacado Líbano con unos 100 aviones “de manera preventiva” para frustrar un ataque de mayor envergadura, en uno de los mayores enfrentamientos en más de 10 meses de guerra en la frontera.
Según reporta Reuters, se confirmaron al menos tres muertes en el Líbano y una en Israel, donde la agencia indica que los daños parecían limitados.
Hezbolá señaló que aún no planeaba nuevos ataques, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores de Israel dijo que el país no buscaba una guerra a gran escala en Medio Oriente.
Sin embargo, el primer ministro Benjamin Netanyahu advirtió: “Este no es el final de la historia”.
Hezolá aseguró haber alcanzado 11 objetivos militares en lo que denominó la primera fase de sus represalias por el asesinato por Israel de Fuad Shukr, un alto comandante, el mes pasado.
Por su parte, el ejército israelí dijo que había frustrado un ataque mucho mayor con ataques aéreos preventivos tras evaluar que Hezbolá se estaba preparando para lanzar la andanada, utilizando 100 aviones para atacar más de 40 puntos de lanzamiento de Hezbolá en el sur de Líbano.
Las víctimas de las hostilidades de las últimas 48 horas siguen tiradas en las carreteras, donde continúan los combates, o atrapadas bajo los escombros, informaron las autoridades.
La guerra está empeorando aún más la difícil situación de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, casi todos ellos sin hogar, albergados en tiendas de campaña o refugios entre las ruinas, con una malnutrición galopante y la propagación de enfermedades, lo que además pone en peligro la vida de los rehenes israelíes restantes.