Bernabé Malacalza, internacionalista argentino: “No hay transición sin el chavismo”

Para Bernabé Malacalza, internacionalista argentino, la crisis política en Venezuela tras las denuncias de fraude electoral, presenta importantes nudos que desatar y uno de ellos, y en el marco de una potencial transición política, obliga a la oposición liderada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, a articular un bloque transideológico con sectores moderados y exchavistas, en favor de la recuperación de un marco institucional.
En entrevista con La Nación, de Buenos Aires, Malacalza, investigador en temas estratégicos del Conicet y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), descarta que la comunidad internacional logre algo potable con Nicolás Maduro enquistado al poder.
–¿Considera que la presión internacional –vía diplomacia o sanciones- puede tener algún efecto sobre el gobierno de Maduro?
La presión internacional para aislar a Venezuela ha fracasado. Las sanciones asfixiaron a la sociedad venezolana, pero no debilitaron a Maduro; al contrario, lo pusieron a la defensiva y lo envalentonaron al tener un enemigo externo claro. Maduro está alineado con China y Rusia, y Venezuela, además, es un foco de interés geopolítico por sus recursos energéticos y por ser un vecino problemático, generar éxodo migratorio, y avivar conflictos o entorpecer negocios en Guyana. China quiere su estabilidad y necesita cobrar sus deudas; Rusia la usa para incomodar a Estados Unidos en su patio trasero, tal como Estados Unidos lo hace con Ucrania en el suyo. El aislamiento es una utopía.
En lugar de aislar, la diplomacia debe ayudar a desbloquear y encontrar salvoconductos internos. Necesita canales de diálogo dentro del gobierno, del chavismo y de la oposición. Es fundamental no romper relaciones diplomáticas, no tomar actitudes intransigentes y no polarizar a las partes. Una embajada representa intereses del país, protege a ciudadanos y ofrece asilo a extranjeros. En dictadura, puede salvar vidas. Con Pinochet en el poder, Alfonsín firmó el Tratado de Paz del Beagle. Así, dialogó con todos, con el dictador, pidió a Cuba dejar de apoyar a la guerrilla y abogó por la libertad de opositores chilenos, sentando las bases para una transición pacífica.
–¿Qué herramientas tiene la oposición, esta vez unificada y con mayor apoyo interno, para lograr un final distinto? ¿Hay margen para negociar una transición?
El margen para negociar una transición pacífica y pactada "a la chilena" dependerá de dos factores: una oposición moderada y abierta al diálogo, y un Maduro debilitado y dispuesto a negociar. Cuestionar legítimamente el fraude de Maduro no significa que la oposición pueda autoproclamarse ganadora. No hay margen para otro Guaidó; esa estrategia ya fracasó. Otro gobierno interino solo generaría desgaste y acabaría con la oposición.
No hay lugar para transiciones impuestas desde afuera o fantasías insurreccionales que buscan el quiebre en las Fuerzas Armadas o una intervención extranjera, como algunos fanáticos trumpistas pretenden y quieren impulsar desde Estados Unidos, lo que no habría que descartar que vuelva a aparecer en una eventual segunda presidencia de Trump. Todo esto solo alimenta la narrativa conspirativa de Maduro de que los opositores son golpistas.
Tampoco hay espacio para ejercer un simple anti-chavismo, “anti-comunismo” o “anti- izquierdismo”. No hay transición sin el chavismo, que es una parte significativa de la sociedad. La oposición necesita articular un bloque transideológico con sectores moderados y exchavistas, en favor de la recuperación de un marco institucional. Para ello, es crucial convencer a los más radicales de que la transición debe incluir a todos. Así, el horizonte para una transición pacífica está limitado y muy condicionado, pero no imposible.