El diario plural del Zulia

Luis Hidalgo Parisca | La amenaza stalinista

La consolidación del sistema comunista en la Unión Soviética a partir de la década de los años 20 del siglo pasado, se fundamentó en la implantación de un modelo de organización y funcionamiento político-partidista absolutamente antidemocrático e irrespetuoso de la dignidad de las personas, el cual fue impuesto de la manera mas cruel, brutal y perversa por el dictador comunista José Stalin, del que deriva su denominación de stalinista el tal modelo organizativo y funcional. Este sistema para operar un partido político, que tanto gusta a dictadores y déspotas a nivel mundial, también ha servido de inspiración a una gran parte de dirigentes democráticos, que lo han asumido como un ideal de conducción partidista.

La definición stalinista de un líder, se evidencia en la manifestación de las posiciones políticas y conducta personal que caracterizan el desempeño de su gestión, entre ellas:

  • La centralización del poder, también conocido en la nomenclatura socialista bajo el eufemismo del “centralismo democrático”.
  • La autocracia personalista.
  • La perpetuación en el ejercicio del poder interno.
  • El culto a la personalidad.
  • El burocratismo.
  • El pragmatismo extremo.
  • El desprecio a los ideales.
  • El nihilismo moral.
  • La intolerancia con quienes discrepan de su opinión.
  • Nepotismo sin límites.
  • Indiferencia frente a la corrupción de sus allegados.
  • El uso de permanente de la mentira.
  • El pensamiento inmediatista, localista e intrascendente.
  • La concepción patrimonialista con respecto a los bienes de la organización.
  • La no rendición de cuentas.

Estas características, unas con mayor o menor énfasis que otras, se encuentran presentes en una gran parte de los dirigentes partidistas a todos los niveles. No hay mas que ver los cambios en las conductas y actitudes que experimentan muchos dirigentes apenas los eligen o designan para ejercer la presidencia o secretaría general de cualquier partido, indistintamente del nivel territorial al que corresponda. Comienzan por asumir que son los propietarios de la organización y que siempre les asiste la razón en cualquier asunto que se analice o discuta. Creen saber de todo. Se irritan con quien les contradice sus opiniones.

Progresivamente se vuelven intolerantes, agresivos y groseros. Los que le critican o  cuestionan sus abusos, errores y procederes, irremediablemente pasan a la categoría de traidores y enemigos. Cada vez se vuelven más “ejecutivos”, reducen o eliminan las instancias donde se analizan, discuten y toman decisiones compartidas. No consultan sino que reducen la participación a un pequeño grupo de seguidores serviles que le apoyan en todo lo que proponga. Considera que la organización y sus bienes son propiedad privada suya. Desconocen los procedimientos legales, normas  y estatutos que rigen el funcionamiento de la institución partidista. No respetan el debido proceso para resolver situaciones disciplinarias, ni tampoco son partidarios de darle vigencia a la separación de poderes internos.

Para ellos los tribunales disciplinarios solo deben refrendar lo que ellos previamente ya han decidido. Los únicos artículos de los estatutos y reglamentos que conocen de memoria, son los que le otorgan derechos, especialmente para sancionar a otros dirigentes. No realizan elecciones para renovar autoridades y cuando las llevan a cabo, por lo general lo hacen de manera fraudulenta, en las que el primer y fundamental paso consiste en controlar la designación de la Comisión Electoral. De hecho, las elecciones se deciden en el nombramiento de la referida autoridad electoral.

En la práctica, esos “líderes” se transfiguran en dictadores que desprecian la vigencia de la institucionalidad partidista, que sin el respeto a las normas y la existencia de contrapesos de poder internos, terminan haciendo de estas organizaciones unos meros instrumentos, especies de franquicias politiqueras, al servicio exclusivo de quienes las dirigen.

Los procederes arbitrarios que critican a líderes de otros partidos, los aplican rigurosamente dentro de su propia organización.

El pensamiento stalinista, consciente o inconscientemente, fue penetrando los mandos de dirección de los partidos democráticos, que progresivamente fueron dejando de ser democráticos en su funcionamiento interno. Ese tipo de pensamiento fue el que comenzó a justificar en esos partidos la existencia de unos llamados “lideres fundamentales” o de un “procerato dirigencial”, especies santones, de privilegiados militantes partidistas, “más iguales” que el resto de sus copartidarios.

El stalinismo partidista también se extendió a las organizaciones de la sociedad civil, principalmente gremios y sindicatos, en los que también se entronizaron las mismas prácticas mafiosas. El criterio leninista de que los sindicatos debían ser simples correas de trasmisión del partido hacia las masas, se hizo ley con respecto a todas las organizaciones de la sociedad civil. Por supuesto, las aspiraciones a cargos de elección popular irremediablemente también quedaron sometidas a la opinión del “jefe” o del cogollo directivo.

En las elecciones internas de los partidos, las candidaturas dejaron de ser expresión de los militantes de base para convertirse en candidatos del “jefe”, de la cúpula o de determinado líder fundamental. Los candidatos tipos bejuco, plantas parasitarias que crecen sobre las ramas de árboles frondosos pero que no tienen raíces propias que se anclen en el suelo, proliferaron entre los dirigentes regionales, municipales y sectoriales de los partidos. Con lo cual se consagró la opinión de que para ser electo en un cargo de dirección, no era necesario forjarse un liderazgo propio, sino que valía más ser parte del equipo de un jefe o líder importante, que ganarse el favor de la militancia. Así se truncaron muchas carreras políticas.

Hoy día existe la gran posibilidad de cambiar para bien esa realidad. El surgimiento del avasallador liderazgo de María Corina Machado, no solo está liquidando al corrompido y burocrático liderazgo socialista, sino que también está pasando a retiro a toda esa dirigencia anacrónica, fatua, inepta y mineralizada, que pulula en gran medida en casi todas las direcciones de los partidos de la alternativa democrática. El renacimiento de un sistema democrático verdaderamente participativo, pulcro, justo y libre, no se puede seguir sosteniendo sobre partidos que no son democráticos, ni funcionan democráticamente, con unas dirigencias vencidas, moralmente cuestionadas que no practican la justicia ni creen en la libertad. Todos eso partidos deberán someterse a un proceso de refundación, de redemocratización y de actualización ideológica y programática, si es que quieren mantener su vigencia en el contexto de la nueva realidad política nacional y mundial.

En cuanto al novel movimiento político que representa al pensamiento liberal que lidera María Corina Machado, VENTE Venezuela, eje central del nuevo gobierno nacional, al pasar el evento electoral presidencial, sus autoridades deberían tomar las previsiones necesarias para prevenir la infiltración entre su dirigencia de las mismas ideas, concepciones y prácticas del stalinismo organizativo y operacional, que tanto daño ha causado  al sistema democrático.

Sería una contradicción incomprensible, que el partido de la democracia y la libertad, sustentara su gestión en procedimientos dictatoriales y cercenadores de la libertad individual.

Duaca, 25 de junio de 2024.

Los papeles del CREM

Espacio de libertad

Los papeles del CREM, aspiran ser un reflejo del pensamiento político, económico de la Venezuela actual y de la Venezuela del futuro

Editado por los Papeles del CREM, 26 de junio del año 2024. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca. [email protected]m

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