Opciones para vigilar nuestros lunares y criterios para aplicarlas

En anteriores artículos he abordado la importancia de la prevención y el diagnóstico precoz del melanoma y las opciones disponibles para ello, así como una gradación del nivel de complejidad que plantean los pacientes. Destacaba la paradoja de que algunos de los melanomas más grandes y de peor pronóstico que yo he diagnosticado a lo largo de mis muchos años dedicado a ello los he visto precisamente entre los pacientes de menor complejidad, los que apenas tienen lunares, y que no se los vigilaban.
La moraleja es obvia: todos debemos vigilar nuestros lunares, aunque no todos necesitamos recurrir a tecnología sofisticada para ello y a dermatólogos altamente especializados. Esto último solo es necesario para la minoría de pacientes de mayor complejidad, generalmente con muchos lunares, con mayor riesgo de melanoma y de mayor dificultad de vigilancia.
En este artículo voy a explicar en qué consiste cada una de las principales opciones disponibles para vigilar nuestros lunares, y en qué medida pueden resultarnos más o menos útiles según el nivel de complejidad de los lunares de cada uno.
Regla ABCDE
Conocer esta sencilla regla nemotécnica debería formar parte de la cultura sanitaria y de autocuidado de todos nosotros. Esta regla define 5 rasgos sospechosos en un lunar: asimetría (A), borde irregular (B), coloración variada o heterogénea (C), diámetro superior a 6 mm (D) y evolución con cambios (E).
Para melanomas pequeños, que los hay, con diámetro inferior a 6 mm, algunos expertos proponen sustituir la D de diámetro por una D de oscuridad (darkness en inglés), para recordarnos que un lunar intensamente pigmentado, casi negro, debe ser también visto con cautela aunque sea muy pequeño. A más rasgos ABCDE en un lunar, mayor la sospecha de que pueda ser un melanoma.
Si oyen o leen que la regla ABCDE es muy precisa para el diagnóstico precoz del melanoma, den por hecho que quien eso afirma no sabe de lo que habla. Esa no es la misión actual de la regla ABCDE. Lo que se pretende con su uso es ayudarnos a seleccionar mejor qué lunares y lesiones de piel deben ser vistas pronto por un dermatólogo. Un médico de familia con formación específica en este campo puede valorar también con fiabilidad muchas de estas lesiones. La mayoría de lunares con algunas características ABCDE afortunadamente no son melanomas, son lunares atípicos pero benignos.
La inestabilidad de un lunar, la E, es el dato que más nos debe poner en guardia. Por otra parte, algunas lesiones pigmentadas de piel que no son ni lunares ni melanomas pueden cumplirla, por ejemplo algunas queratosis seborreicas completamente benignas y algunos epiteliomas basocelulares pigmentados, una variante de cáncer de piel mucho más frecuente y menos agresiva que el melanoma. Lo importante de la regla ABCDE no es acertar en el diagnóstico, sino acertar en la decisión de acudir al dermatólogo si uno descubre una lesión así en su piel.
Un lunar con rasgos ABCDE destacará en personas con pocos lunares y si es un melanoma, consultar sin demora puede salvar la vida
La máxima utilidad de la regla ABCDE se observa en la población de menor complejidad de vigilancia por no tener apenas lunares. Un lunar con rasgos ABCDE destacará fácilmente en ese contexto, y si efectivamente se tratara de un melanoma, consultar sin mucha demora puede salvarnos la vida. Al contrario, cuando un paciente tiene muchos lunares atípicos, la regla ABCDE es menos útil, porque muchos lunares atípicos benignos muestran rasgos ABCD, aunque generalmente no la E. La E es clave en el diagnóstico precoz del melanoma en estos pacientes: detectar con precisión no tanto lo que es atípico, sino lo que cambia ganando atipia. Más adelante veremos cómo se hace esto hoy en día en estos pacientes.
Autovigilancia ayudada por controles fotográficos
Es muy frecuente escuchar en nuestras consultas a pacientes que nos dicen: “En la espalda no sé si tendré algún lunar nuevo, porque como no me la veo…”. Hoy en día casi todos nosotros tenemos teléfonos móviles equipados con magníficas cámaras fotográficas, y con la ayuda de algún familiar, amigo de confianza o del propio médico es facilísimo sacarse fotos de cualquier sector corporal (especialmente de la espalda, ya que no nos la vemos con facilidad) y autochequearse con ellas o repetirlas cada cierto tiempo y comparar.
En personas de baja complejidad (sin apenas lunares) y sobre todo de complejidad intermedia (con un número moderado de lunares mayormente no atípicos) es una manera sencilla y muy práctica de responder cada 4 a 6 meses (intervalo de tiempo orientativo que a mí me parece más que suficiente para la mayoría) a la pregunta clave en esta historia: ¿tengo algún lunar nuevo o inestable? Si la respuesta es afirmativa, debo acudir al médico. Si además ese lunar nuevo o inestable muestra rasgos ABCDE, no debo demorar mucho la cita con el médico.