San Isidro Labrador, un templo con 300 años que necesita restauración

En un pequeño pueblerío, donde se ven a los niños corretear a los chivos o un sinfín de plantas que embellecen la zona, se ubica una de las edificaciones religiosas más antiguas de Maracaibo. Se trata de la Iglesia San Isidro Labrador, un templo que cuenta con más de 300 años de existencia.
Y es que su longevidad se manifiesta en sus grandes y desgastadas puertas, así como en sus paredes a base de caña brava y barro. Una joya arquitectónica, situada en el kilómetro 18, vía a La Concepción, que se mantiene elevada entre el fervor de los residentes y la ilusión de que algún día sea restaurada.
Su exterior es de paredes celestes con marcos verdes y ventanas de madera. Por dentro, su piso de piedra y el madero en su techo alto, hacen un lugar antaño y colonial.
De acuerdo con Silverio Osorio, párroco de la Iglesia San Isidro Labrador, el templo es un faro de luz que ilumina la memoria histórica de la parroquia maracaibera. “Un lugar bendecido por Dios por el verdor de la naturaleza porque todo lo que se siembra se da”, refirió.
“Esta parroquia tiene más de 300 años de historia. En los documentos que hemos encontrado, el templo data desde 1834 como sitio de culto pero según los habitantes ya existía antes de 1800. Es el más antiguo de la zona y está construido con materiales de la época”, agregó el prelado, quien también es canciller de la Arquidiócesis de Maracaibo.
Osorio mostró a Versión Final algunos documentos donde se aprecia que el recinto religioso era parte del hato de San Isidro y es hasta 1922 cuando llega a manos de un religioso, el padre Heliodoro Núñez.
Se cree que las distintas familias que fueron propietarias del espacio usaban la capilla como sitio de oración y que poco a poco se abrió al pueblo, permitiendo que en 1888 la Diócesis de Mérida autorizara el rezo del viacrucis dentro de la iglesia.
En 1923, el sacerdote Heliodoro Núñez vende el hato a Sergio Godoy, obispo de la Diócesis del Zulia. Este traspaso logró que el templo pasara a ser exclusivamente de la Iglesia de la región. El último en aparecer en la línea sucesoral es monseñor Domingo Roa Pérez y desde entonces es de la Arquidiócesis de Maracaibo.
“Esta iglesia se vio muy pequeña para la celebración eucarística y actos de culto a San Isidro, por lo que en 1970 se inició una junta protemblo para construir un espacio más amplio”, agregó el clérigo.
Es por esto que la comunidad de San Isidro cuenta con dos sitios de congregación, el antiguo; que parece una pequeña capilla y el nuevo; una edificación más grande, alta y con mayor capacidad para recibir a unos 500 fieles.
Y aunque la mayoría de las celebraciones se hagan en el templo grande, el amor y el cariño por la antigua iglesia permanecen.
El padre Silverio precisó que durante las Semanas Santas prefieren realizar algunos actos en el longevo templo, como la feria de San Isidro, actos culturales, concursos de pintura, entre otros.
El añoso santuario también funciona como columbario para las personas de bajos recursos. Actualmente hay más de 10 cofres con los restos de habitantes de la zona. Además, en el templo están sepultados algunos residentes de la parroquia, quienes fueron enterrados unos siglos atrás.
Promesas de restauración, un anhelo pendiente
El anhelo de ver renovado el espacio de oración es parte de la historia que no termina en San Isidro. Según Osorio, ya hubo una serie de promesas de restauración pero que con el paso de los años no se han materializado.
“Esperamos la ayuda de un ente gubernamental para la restauración del templo. Le hace falta mucho mantenimiento en el techo, paredes, pintura y también iluminación. Confiamos en la intercesión del Señor para que esto se pueda dar”, enfatizó el párroco.
El padre también sueña la posibilidad que el templo sea tomado en cuenta por las autoridades de turismo para la recreación y conocimiento de los zulianos.
“Es un templo colonial bastante interesante que puede servir para una ruta turística. Imagina que las personas que están todo el tiempo en la ciudad salgan a contemplar esta parte de la naturaleza y colonial que sigue siendo Maracaibo”, comentó.
Entre las necesidades de la parroquia, Osorio mencionó que también disponen de una plaza enorme que le hace falta mantenimiento e iluminación. Un sitio idóneo para la dispersión familiar y cultural de la zona.
Es así como el presbítero y la comunidad avivan su fe entorno a San Isidro con el sueño de contar con dos templos embellecidos entre zonas productoras y plazas repletas de la alegría de quienes se recrean en lugares dignos y bien iluminados.