El diario plural del Zulia

Antonio Urdaneta // Si podemos hacerlo

Desde el 23 de enero de 1958 aprendimos que la unidad  auténtica, orgánica y funcional es el eje transversal determinante  que sirve de base para el desarrollo y crecimiento de un sistema  democrático. En ningún momento, ni antes ni en los primeros  tiempos después de esa fecha, a pesar de la diversidad de ideas y  opiniones del liderazgo político que protagonizó el combate y el  derrocamiento de la dictadura militar que encabezaba Marcos 

Pérez Jiménez, los intereses y las apetencias personales pusieron  en peligro el propósito de establecer la democracia, encaminarla  por la vía más apropiada, defenderla hasta consolidarla y colocarla  en perspectiva de trascendencia. 

Cuatro organizaciones partidistas ubicadas entonces en el espectro  democrático, todas ellas con un apreciable caudal de militantes, de  alguna manera se involucraron en la lucha contra la tiranía. Acción  Democrática, para la época la expresión socialdemócrata más  importante de América Latina; las ideas socialcristianas  agrupadas, en aquel momento, en COPEI; Unión Republicana  Democrática, de tendencia liberal, y el Partido Comunista de  Venezuela. Hacer una descripción detallada sobre el aporte de cada una de ellas a los efectos de rescatar a Venezuela de las  garras del dictador, aún a estas alturas luce como una intención  discriminatoria. Lo que sí es indispensable en un auténtico proceso  unitario, es que a todos los sectores sociales y políticos  involucrados, sin discriminaciones ni exclusiones condicionantes,  se les atribuya y se les reconozca la misma importancia. 

Venezuela demanda con urgencia que sus líderes, en todos los  espacios del quehacer nacional, unifiquen criterios, voluntades y  propósitos para sacar a Venezuela del pantano donde se encuentra y elevarla, posteriormente, al lugar que a ella corresponde en el  concierto de las naciones más desarrolladas de Latinoamérica.  

Ésta podría ser una buena reflexión para los liderazgos locales y  los partidos políticos emergentes, a objeto de que ellos se  involucren, si son todos sería mejor, en el diseño de una nueva  hoja de ruta, en función de unir al país hacia el logro de una gran  meta nacional que conduzca a la solución radical de la actual  tragedia y, como consecuencia directa, genere condiciones que  estimulen la incorporación de todos los sectores productivos de la  ciudad y el campo, a una gran cruzada de desarrollo sustentable y  trascendente de la nación. 

Un simple cambio en la manera de ejercer la política, puede  sacarnos del subdesarrollo en menos tiempo del que muchos  creen; ¡Esto y más es factible, si todos remamos en esa dirección!

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