Isla de Toas, un territorio que resiste ante la desidia de las autoridades

En el extremo más norte del Lago de Maracaibo está Isla de Toas, uno de los poblados insulares que comprende el municipio Almirante Padilla, al Occidente de Venezuela. Este territorio padece las consecuencias del olvido gubernamental, porque hay escasez de alimentos, falta el agua potable y no hay condiciones para el acceso a la salud ni a la educación. No hay donde comprar medicinas y el tiempo sin electricidad puede extenderse hasta por cuatro días.
Ubicada a 51 kilómetros de Maracaibo, la capital del estado Zulia, tiene una extensión de 3 kilómetros cuadrados, en la que destacan cerros degradados por la explotación de la piedra caliza, uno de los primeros minerales que fue aprovechado para la actividad económica en la región zuliana, reseña El Pitazo.
Es zona de pescadores y, pese a todo el escenario adverso y la desolación, lo único que parece mantenerse intacto, casi como un rasgo inherente al gentilicio, es la calidez de los pobladores y su arraigo a la isla que les vio nacer.
En el sector Las Cabeceras está la casa de la familia Espina. Su fachada de color amarillo claro, tiene cuatro huecos cuadrados que funcionan como ventanas, por donde la brisa entra con fuerza y alivia el calor en medio de los apagones.
María Gabriela Espina, de 50 años de edad, es hija de Betty de Espina. Esta mujer cuenta que en la isla el servicio eléctrico es prácticamente inexistente. “La semana pasada estuvimos cuatro días sin luz, venía dos horas como máximo y se volvía a ir”, resume, y agrega que el cable sublacustre que energiza la isla ya no responde a la demanda de los hogares.
Cuando falla este servicio básico, las telecomunicaciones también se ven afectadas. Así resulta cuesta arriba comunicarse con familiares fuera de la isla, informarse sobre los acontecimientos en el país o acceder a servicios de internet. Esto lo resiente María Gabriela, que tiene ocho hijos, dos de ellos viviendo fuera de la isla.
En los primeros meses de 2019, el exgobernador de Zulia, Omar Prieto, informó sobre una inversión de 30 millones de euros destinada a la sustitución de 15 kilómetros del cable sublacustre del cual se surte de energía Isla de Toas.
La semana pasada estuvimos cuatro días sin luz, venía dos horas como máximo y se volvía a ir
Un año antes, en 2018, el entonces ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, denunció supuestos actos de sabotaje con fines políticos, cometidos para desestabilizar la prestación del servicio eléctrico en la región. Un discurso mantenido en el tiempo por sus sucesores en el cargo.
En octubre de 2021, el vicepresidente sectorial de Obras Públicas y Servicios, Néstor Reverol, informó sobre el avance de nuevos trabajos de reparación del cable sublacustre, tras alegar que había sido vandalizado por “manos inescrupulosas”.
Una isla sin agua
Tener agua para lo cotidiano como asearse o cocinar es un problema para los habitantes de Isla de Toas. Cuenta Betty Espina, la madre de María Gabriela, que cuando pueden compran 20 litros de agua por 1 bolívar o 200 litros por 8 bolívares.
De acuerdo con lo que relata la familia Espina, el bombeo de agua en Isla de Toas proviene de una tubería sublacustre, surtida desde El Moján, en el vecino municipio Mara. Sin embargo, la red de suministro solo cubre la mitad de la isla, a unos tres kilómetros de la casa de la familia Espina.
Para paliar esta situación, encima de un cerro que llaman El Calvario se construyó un tanque de un millón de litros para surtir a la otra mitad de la isla. Este mecanismo funcionó solo por un par de años. Desde entonces, el agua es distribuida por un único camión cisterna que, según afirman, solo surte a determinados hogares.
Un día sin pescar es un día sin comer
Isla de Toas es un pueblo de pescadores que encuentran en las aguas del Lago de Maracaibo una oportunidad de subsistencia. Pescan curvina, bagres y pescado blanco y los venden en los mercados del municipio Mara.
Deslin Almarza, un pescador del caserío Tara-Tara, cuenta que está en este oficio desde los 13 años. Ahora, a sus 50 años, dice que los tiempos han cambiado. “No nos llega el combustible a la isla. Tenemos que ir hasta El Moján, pero nos atacan mucho”, dice Deslin para hacer referencia a que si hay funcionarios de la Fuerza Armada Nacional puede significar que los retengan hasta que les den carburante o parte de la pesca del día.
La gasolina deben comprarla a precios del mercado negro. Un litro puede costar un dólar y medio. Parten de la isla con una docena de garrafas vacías, en las que pueden almacenar de 65 a 70 litros. Esto puede rendir para dos o tres días de trabajo. Cuando no hay gasolina, deben pescar con anzuelo en las aguas más cercanas. Se trata de otro tipo de pesca, uno más lento y también menos efectivo, en el que se pone a prueba la paciencia, “a ver qué se consigue”.